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jueves, abril 25, 2024

27 de febrero: Duarte es resumen de fundadores y restauradores

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Para entender a plenitud lo que ocurrió inmediatamente antes, y después del 27 de febrero de 1844, dando origen al nacimiento de la República Dominicana, hay que tener en cuenta que ese hecho no ocurrió por azar. Circunstancias únicas se fueron acumulando para formar la conciencia de una necesidad: había que liberarse de Haití y de cualquier Poder extraño.

En Juan Pablo Duarte tomó cuerpo la visión de futuro. En su inteligencia, en su serenidad ante las desventuras. Sólo él tuvo el tino de convocar con la autoridad del maestro que le concedieron todos quienes le siguieron.

Duarte fue el líder. Los otros, dos, tres, cuantos fueran, eran seguidores con sus altos vuelos y con sus limitaciones. Eso es lo que hace imposible que a través de la historia se haya impuesto la idea, en base a inconfesados intereses, de que República Dominicana tenga tres padres de la Patria.

República Dominicana podrá tener todos los padres de la Patria que se requirieron. Sólo uno de ellos idealizó, fomentó y fortaleció a los demás. Duarte fue el autor de la homogenización de múltiples pensamientos.

Para entender a Juan Pablo Duarte y su consustanciación con la fecha del 27 de febrero baste un rastreo retrospectivo.

Antecedentes penosos

En 1492, llegan Cristóbal Colón y su grupo, representando la Corona Española, el Imperio de la época, obnubilados por un interés particular: buscar, encontrar, y apoderarse de riquezas materiales que no conocían y que no les pertenecían, pero que sospechaban existían en abundancia.

Tras el primer viaje de Colón, su vuelta a España, y el regreso a las tierras encontradas por azar, no “descubiertas”, se inicia el trabajo a fuerza de crímenes, sangre, y extinción de toda humanidad a conquistar.

Los “descubridores” dados a la colonización despoblaron todo con sus métodos criminales.

Llegaron los hijos de otros imperios similares o peores, invadieron. Convirtieron todo lo encontrado en propiedad en base a la piratería marítima y los contrabandos imperiales. La Isla Hispaniola fue la presa inicial, la principal. La Unión Europea de entonces sembró el hábito de los corsarios y contrabandos en la Isla agobiada. La Isla Hispaniola solitaria y atrapada por la sed de oro, de cueros y mercaderías a usurpar facilitó una esquina desprendida y la islita Tortuga fue primer punto para las rebatiñas de los imperios.

Tras el período de las invasiones terrestres, en la Isla, daría lugar al Tratado de Riswick, entre España, Francia, Holanda y Alemania, en 1697. Cesión de la parte occidental, que desde hacía medio siglo se habían apropiado los franceses. Se empiezan a establecer los primeros límites fronterizos entre franceses y españoles, en la Isla.

A partir de entonces, la parte española incapaz en la religiosidad, y ciega en sus ansias de peculado, quedaría sometida y amenazada por la parte francesa. Nace el racismo y se aloja para siempre en la parte francesa como amenaza para los cimientos de la parte española.

En manos de Francia

Tras un proceso de descomposición y guerras internas en la parte francesa, se llega al Tratado de Basilea, en 1793, mediante el cual España cede toda la Isla Hispaniola a Francia.  Comienza la era de Francia en la Isla, con todas sus consecuencias.

Había de esperarse la sublevación de esclavos aborígenes, e importados de la lejana África. Nace un líder inédito en la historia. Toussaint Louverture incursiona y hostiga la parte “española”.

La proclamación de la independencia de Haití, desde enero 1, de 1804, inocula a Jean Jacques Dessalines, desde aquel lado, una ideología interesada de que toda la Isla es una. No es divisible a los ojos de la revolución naciente contra el blanco conocido.

Se produce un proceso de invasiones haitianas por el Sur, por el Norte, y hasta que los haitianos logran sitiar militarmente a Santo Domingo.

Los rebeldes logran el desalojo de la ciudad, generando muertes y represión criminal de parte de los haitianos.

Surge el interés desgraciado y fuente de toda deslealtad, sólo comparable al interés de que todo siga en manos de España desinteresada. Hay gente por acá que anhela seguir sirviendo a los franceses.

Los españoles de Santo Domingo (“dominicanos”) siguen disgustándose. Lo que capitaliza Juan Sánchez Ramírez en lucha para reconquistar la media isla para España. Lucha que fracasa.

Naciente conciencia

Se hace evidente que hay una naciente y mantenida conciencia de impedir el avance de la ambición haitiana por el control de la totalidad de la isla.

José Núñez de Cáceres declara la independencia de Haití y de España, anunciando una república independiente de Haití y de España. No hay a quien acudir en busca de respaldo. Tal vez al grito del guerrero libertador de Simón Bolívar podría servir, se piensa. Un imposible, por el momento. Tras su fracaso, Núñez de Cáceres y su grupo renuente a seguir en manos del abandono de España, decide resignar esta parte de la Isla a los haitianos, para evitar nueva represión y crímenes de parte de Haití, en 1822.

Los pudientes españoles y de otras nacionalidades abandonan y deciden emigrar, para evadir las nuevas leyes haitianas emitidas por J. P. Boyer.

Duarte y su estrategia está naciendo

Pasan los años y ocurren procesos en Haití que ayudan a los españoles en Santo Domingo a alimentar la inquietud latente con todo su vigor de consustanciarse con la facción disidente del gobierno haitiano que busca una reforma, allí.

En Santo Domingo avanza el sentimiento anti haitiano ayudado por el movimiento pro reforma en Haití, en el que participa mucha juventud del lado español de la Isla.

Juan Pablo Duarte, hijo de familia liga de criollo y español, regresa de Europa, se integra con otros muchos jóvenes al sentimiento de inconformidad.

En 1838, logra agrupar a muchos jóvenes a través de un partido clandestino, o sociedad, que llama La Trinitaria, que crece y se desarrolla.

Duarte trabaja para impulsar el propósito de la separación de Haití.

Tras 22 años de ocupación militar haitiana, Duarte y su grupo, venciendo las adversidades que significan las cegueras de los incrédulos hispanófilos y de los afrancesados arriman sus ímpetus de libertad total. Su huella hizo nacer la evidencia de que los partidos políticos y los politiqueros estuvieron siempre presentes con su fastidioso accionar. Por encima de éstos, la Patria existe.

El 27 de febrero de 1844 la República Dominicana es una realidad reluciente. Y un Genio ausente por fuerza de alevosías conjuntas, Juan Pablo Duarte, se alza con sus sueños que lega a la posteridad de la que es orgullo.

En 1861 la división de los políticos de siempre mató la República y fue necesario el resurgimiento del ejército reivindicador y restaurador nacido de la mente de Duarte. Un ejército de héroes con múltiples apellidos notables y anónimos, con Duarte de estandarte, continúan la obra. Siembran a través del tiempo, con sus mentes y su sangre un largo y esforzado proceso de separación definitiva. Lo nuestro es y será hacer de la Independencia un movimiento, mantener el interés separatista de toda potencia extranjera, o de lo contrario, que se hunda la Isla. Duarte así lo estableció.

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