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jueves, abril 25, 2024

Danilo Medina se va con su trulla, tratando de ganarle tiempo a la sinrazón

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SANTO DO9MINGO.Danilo Medina se va. Y con él, se va una trulla de gentes con abolengo sustraído a la buena suerte y la marrulla del ejercicio de un poder prestado. Medina se va con los funcionarios que sirvieron a su gobierno que finiquita este 16 de agosto, para dar paso a un nuevo equipo presidido por el nuevo gobernante Luis Abinader, escogido hace un mes.

Con Abinader llega también un grupo de funcionarios, algunos con genuino abolengo de poder, y otros, probados en asuntos de Estado y también otros novatos sin mayor experiencia en cargos del Poder Ejecutivo.

Con Abinader se posesionan en el Palacio Nacional, también la vicepresidenta Raquel Peña, empresaria de abolengo de la región tabaquera de Villa González, en Santiago, en donde ejerce también la docencia. Y, asimismo, Lisandro Macarrulla, miembro de los grupos de poder, extraído del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), para el Ministerio de la Presidencia y José Paliza, con más de diez años en cargos legislativos, empresario y también parte de los grupos de poder económico, ligado a familias notables de Puerto Plata, como el apellido Brugal, en el Nordeste.

Danilo y su trulla

Danilo Medina se va envuelto en una bruma que lo ha llevado a revolverse en el inusitado gesto de no querer entregar la banda presidencial en público al nuevo presidente, negándose a escuchar el discurso de toma de posesión de quien llega al gobierno, como es tradición. Oficialmente, su gobierno ha dicho que el acto de entrega será privado, en reunión con Abinader, por razones de seguridad de distanciamiento, ya que el país padece una ola de contagios por el covid-19, desde hace seis meses, lo que ha generado muertes y millares de enfermos hospitalizados.

La decisión de Medina ha generado un amplio escarceo en los medios de comunicación tradicionales y en las redes sociales, considerándolo una sinrazón que como gobernante rompa la tradición de un protocolo seguido durante medio siglo.

¿Estará Medina premeditando congregar gentes que lo acompañaron en el poder, y a quienes se les sindica como agentes de la corrupción administrativa, quienes eventualmente, deberán responder ante instancias judiciales, ya que algunos casos han trascendido las fronteras nacionales, saltando a tribunales e investigaciones judiciales en otros lares? ¿También agrupará a tantos ex militares de alto rango que le son afectos, enrolándolos, tal vez, en aventuras empresariales o políticas?

No ha faltado quien opine que todo se debe a una argucia de Medina y su grupo para dispersar la opinión pública que está siendo muy crítica con su figura y sus seguidores a quienes se envuelve en numerosos actos de corrupción.

Medina también se ha embarcado en su recta final como presidente en movimientos de ascensos militares, incluyendo al principal líder de la Iglesia Católica, y puesta en retiro de parte de los oficiales militares y policiales que le siguieron ciegamente en sus intentos por imponer una tercera reelección y en la agitada campaña electoral que siguió a las primarias de su Partido de la Libración Dominicana (PLD).

El gobernante agotó varias semanas de precipitadas inauguraciones, algunas de las cuales son obras que no han sido terminadas en su construcción y en su equipamiento.

Destaca el distanciamiento absoluto en que concluye Medina su ejercicio presidencial y político, de quien fuera su mentor y compañero de ruta desde que Juan Bosch los sedujera, como parte de un grupo de nóveles dirigentes, de quienes se dijeron llegaron al poder en chancletas, para salir conduciendo yipetas caras, para armar el PLD, el doctor Leonel Fernández quien se vio forzado a dejar la agrupación en la que ocupaba el liderazgo principal, en lo formal, al presidirla y salir a formar otro grupo con el nombre de Fuerza del Pueblo, al frente del se candidateó a la presidencia de la República, perdiendo en las últimas elecciones.

Se ignora el paradero que tomará Medina en lo inmediato, si se retira a su hogar, o a alguna zona de descanso, ya que cansado sí que sebe estar con el ajetreo de su gobierno en los últimos tiempos.

Los funcionarios del nuevo gobierno que presidirá Abinader, hablando a nombre de éste, han señalado que Medina no supo manejar las relaciones con el Departamento de Estado de los Estados Unidos, guardando distancia de algunas cuestiones que para los norteamericanos son vitales en el mundo geopolítico, y sobre todo, en sus vecindario latinoamericano.

Lucha en varios frentes

Medina, un jefe grupal dentro de los linderos de su propio PLD, es un hábil político que ha demostrado sabe manejar estrategias y tácticas en su beneficio.

Esto, por lo menos dentro de su PLD, en donde logró la candidatura presidencial tres veces, logrando alzarse con el puesto en dos oportunidades, y siendo frustrado en un tercero esfuerzo, al no lograr la modificación de la Constitución.

Ha sabido granjearse la amistad personal y buenas relaciones políticas del ex presidente Hipólito Mejía. Y logró arrastrar hasta su gobierno para dejarlo hecho tiras, a Miguel Vargas y su Partido Revolucionario Dominicano (PRD), hoy muy disminuido en el espectro político nacional. Su aparente gran fracaso táctico parece estar en la decisión de exponer en la competencia de los comicios generales a un anodino de los suyos de nombre Gonzalo Castillo, uno de sus funcionarios administrativo de todo camino, a quien se sindica como su socio afortunado en el manejo del presupuesto de la nación.

El político Medina, desechó a importantes líderes a quienes pudo colocar para enfrentar al candidato de la oposición Luis Abinader, y al mismo Leonel Fernández. ¿Irán estos dirigentes detrás de los eventuales nuevos esfuerzos políticos de Medina? Eso tras el señalamiento contundente de que el ex gobernante recibe y recibirá durante largo tiempo duras críticas por el manejo sinuoso de las cuentas de la nación.

Deberá enfrentarse al embate de su ex compañero Fernández, quien alega ha quedado convertido en la segunda fuerza política, viéndose forzado a reconocer que su antiguo alojamiento, el PLD, seguirá siendo la primera fuerza de oposición, en la Asamblea Nacional, y en los ayuntamientos del país.

Pero, sobre todo, tendrá que verse enfrentado al Partido Revolucionario Moderno (PRM), grupo relativamente joven, construido en base a jirones del PRD y otros sectores, integrado básicamente por gente joven, ahora a cargo de los fardos de los recursos estatales.

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