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jueves, marzo 28, 2024

La fajina de un mes de Abinader, luce buen signo. Halagador

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SANTO DOMINGO. En tan corto trayecto, todavía, sin agotar, don Luis Abinader y su gobierno, han recibido de frente movimientos sísmicos sistemáticos, lluvias, vientos, tormentas y huracanes hasta agotar los hombres, por tan continuos. Y una oleada de calor agobiante, que pasó la mitad del agosto tradicional adicionado por regla a Abinader.

La pandemia del coronavirus, COVID-19, se ha extendido con su manto de fiebres y mortandades. Nada ha detenido a Abinader, quien ya está por concluir un periplo por los cuatro puntos cardinales de la isla. Infatigable, este hombre, según su propia confesión, el más rico, millonarios, él y su familia, de todo el equipo de gobierno. ¿Qué podemos pedirle?

Presidente, no desmaye. Que sus acciones no sean gestos de muecas absurdas de pretenciosos de poder y nada más. Muchas dificultades, porque este país es una dificultad absoluta. Pero lleno de gente buena, deseosa de superación. Y con la salud suficiente, pese a todas las epidemias, endemias y pandemias.

Ahora, Abinader habla. Y pasa su propia revista, antes que las voces del averno opositor lo hagan. Puro coraje.

¿Y qué, de qué?

Cuando dijeron los resultados preliminares de las elecciones presidenciales, antes del 16 de agosto, Abinader se apresuró a anunciar en el mitin de sus partidarios, la reiteración de la campaña: seré el presidente de todos los dominicanos. Y sonaron los aplausos y la algarabía de la gente que pese a la pandemia viral se apretujaba allí, en el local partidario.

“Un país para su gente”, rezaba la cartilla en PDF repartida por Abinader con su plan de gobierno. Era un documento para discusión, entre todos los que hacían campaña con aspiraciones a los cargos y sueldos del funcionarato estatal.

Abinader debió de reunirse de inmediato con el irredento Danilo Medina, quien renegó a entregar en público la banda presidencial al nuevo gobernante. Danilo, pocas veces ha sido visto mirando de frente al sol candente. Y no sólo con Danilo, sino también con los otros dos perdedores, Leonel Fernández y Guillermo Moreno.

Organizó un consejo de traspaso de mando con tres comisiones y reveló las principales designaciones de su futuro gobierno, acompañado de otras medidas. Ya no eran enunciados sino decisiones con números y fechas cronológicas.

Con sus 53 años de edad, Abinader decía que traía en carpeta el diseño del desarrollo del crucial año escolar que envuelve a casi tres millones de alumnos y profesores, para docencia virtual, sin que las empresas multinacionales de la comunicación digan algo, pese a su vinculación societaria y compromisaria con el Estado dominicano. ¿Qué hacen Claro-Codetel y Altice, ambas de raigambres judías, para ayudar en esta emergencia dominicana?

Entre los primeros designados había un reparto de poder interno del PRM, sede del patrimonio político de Abinader.

Roberto Fulcar, ministro de Educación, al cabo de los días contados, luce enredado entre las cuerdas dificultosas de la crisis educativa. Y los comentarios ¿infundados? De que ya aspira. Quiera Dios.

Abinader, movilizando la cúpula completa de su gobierno recorrió durante un fin de semana, con todo el gobierno, la región de Santiago y su vecindad, llevan respuestas y promesas. Un esfuerzo magnífico para lanzar sobre el naciente aparato de su gobierno una alerta de que los quiere a todos en su derredor, en un mismo propósito.

Estuvo supervisando la situación del Hospital Regional Universitario Doctor José María Cabral y Báez, en proceso de una fatídica y dañina reconstrucción de más de siete años, desde 2013.

Pero, ya había ido a Pedernales, con anterioridad, con su familia a Bahía de las Águilas. Abinader supervisó la Ciudad Sanitaria, antiguo hospital Luis Eduardo Aybar (Morgan), en Santo Domingo, obra estancada en seis años de engaños y que la rapiña había dicho inauguraría en marzo del 2020, como promoción del anodino candidato presidencial del PLD, Gonzalo Castillo. Pero ahí, no alcanzó el derrame de petróleo en las calles.

Ya estuvo en Montecristi, en otro recorrido por el municipio Pepillo Salcedo. Allí, avisó sobre el interés de empresarios dominicanos y extranjeros por invertir en el lugar.

Los domingos le alcanzaron para a pesar de las lluvias pasearse por la cañada del sector Los Ríos, del barrio La Yuca, en el Distrito Nacional, zona afectada por el paso de la tormenta tropical Laura. Y como, luego, en Santiago diría: a estas gentes les ha faltado algo de cariño.

Cariño se ha esforzado en mostrar y prometer, más, a los periodistas y medios. Las iniciales quejas de los inconformes no han faltado.

 

 

 

 

 

 

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