La utopía llevaría esta líneas hasta Marcio, imaginando el firmante despedir al maestro siempre apreciado.
Marcio y Norma Santana: pareja de proyección y latidos culturales, arraigados en múltiples barrios, sonrientes y con un peculiar humanismo
La Villa Francisca de Marcio es la memoria del parque y del club Enriquillo, la Jacinto de la Concha, del centro social-obrero en la Caracas, la Castelar y la Ravelo (del Atenas). La Felix María Ruiz ampliada a corredor México; la esquina del cine Trianón, próximo al cine Alma; las aceras del Coliseo, del Diana, el Max, la escuela Chile, el Monte de Piedad, el barrio Chino, librería de la Rosa Méndez (“Duarte” con “Benito”)
La pluma de Marcio, siempre con tinta, habló del Trocadero (“Mella” esq. “Duarte”), la “José Martí”, Casa Zaglul Mella/Juana Saltitopa, “Barahona”, “Caracas”, la “Cuba”, la “Licey”, la Dr. Betances. Sus obras testimonian los fantasmas de Villa, el Borojol sonero y creadores subiendo él ángel del archipliélago de solares, callejones y cuarterías “parte atrás”
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