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jueves, abril 25, 2024

Sin incógnita aparente relaciones de USA con la URSS, y ¿con China?

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¿Qué le pasa a Joe Biden y su equipo de inteligencia del Departamento de Estado que desde que se instalaron hace apenas semanas, no le sacan el guante de la cara a Rusia?

(En la República Dominicana, socio estratégico de Estados Unidos, en tantas cosas, acaba de entregar sus cartas credenciales para renovar la embajada rusa en el país, Sergey Melik- Bagdasarov, diplomático de carrera. Con China, el presidente Luis Abinader ha dicho que tales relaciones van a ser fortalecidas.)

El presidente ruso Vladimir Putin no se arredra y busca una ruta más suave frente a los norteamericanos. Dice que está dispuesto a restaurar las relaciones con Estados Unidos, si esto es recíproco.

No se trata, en los aparentes ataques de los norteamericanos, de que se esté implementando el procedimiento que utilizó el régimen del fatídico Donald Trump y su grupo en su guerra comercial y de chantaje recíproco frente a China. No. Con los rusos, tampoco.

O, ¿sí?

Es por eso que surge la pregunta al tratar de indagar sobre lo que está ocurriendo entre la gran nación del Norte, Norteamérica, y sus mayores contrincantes, la República Socialista Soviética y la República Popular China, después del desastre de relaciones internacionales del fenómeno Trump.

El predecesor de Putin, Mijail Gorbachov, surge de pronto y advierte a Biden y Putin que sería bueno que debatan la reducción de armas nucleares y la seguridad internacional.

Todo está ocurriendo mientras desde la Casa Blanca de Biden no parecen estar enterados. Así son muchas cosas en ese país.

Un titular de una agencia noticiosa soviética, tomando referencia de otra agencia de prensa rusa, la RBC, hacía notar que “EE.UU. promete nuevas sanciones contra Rusia en las próximas semanas”.

En cuestión de semanas, no meses, se esperan nuevas sanciones contra Rusia, dijo la vocera del presidente Biden, en la Casa Blanca, Jen Psaki. Dándole un giro netamente político a la cuestión, la Psaki aseguró que el proceso de sanciones nuevas a Rusia, incluirá verificar la participación de esa nación en las elecciones estadounidenses y alegados ataques de piratería informática contra el software.

Eso no es lo que acaba de plantear el gobierno de Biden a través de su embajadora ante las Naciones Unidas. Linda Thomas-Greenfield dijo esta semana que no sólo hacia Rusia, sino que se piensa en distender las relaciones, también con China.

No obstante, en un primer discurso ante los líderes del G7, al referirse a Rusia, Biden pidió al Kremlin que se abstenga de utilizar tácticas de intimidación y permita que los países decidan libremente y sin amenazas su propio futuro.

Según el debate hecho público sobre tal piratería rusa que se cita en la Casa Blanca, los hackers obtuvieron acceso al código fuente de varios programas de Microsoft y entraron a redes gubernamentales y de corporaciones norteamericanas para secuestrar su código fuente. Esa es la versión que dio a conocer The Wall Street Jornal, anotando el origen de la información a la Solarwinds, empresa de gestión tecnológica y herramientas de supervisión remota.

De manera separada, la agencia de referencia, la RBC, también rusa, presentaba otro titular que rezaba empresas estadounidenses iniciaron una investigación contra Nord Stream 2.

Pero Norteamérica también indaga a la URSS sobre la versión de que los rusos ofrecieron recompensas a los talibanes por los ataques contra soldados estadunidenses en Afganistán, lo que ha sido negado por la Unión Soviética.

Está por verse a qué se refiere el asesor de seguridad nacional de Biden, Jake Sullivan cuando amenaza con que cabe la posibilidad de que se use contra Rusia “un conjunto más completo de herramientas”. Tal vez, dice el Washington Post, se trate de respuestas a lo que los norteamericanos entienden como acciones de Rusia en el ciberespacio contrarias a los intereses de esa nación y sus aliados.

Quedan claros en el caso, la totalidad de los vínculos que se entrecruzan en la situación USA-URSS.

Lo de Nord Stream 2 , se trata de una investigación que se inició en diciembre 2020. Oficialmente no se dijo qué actividades son objeto de investigación por los norteamericanos, pero se entiende que se trata de la venta de productos y servicios dentro de proyectos castigados con sanciones por Estados Unidos.

La Comisión del Mercado de Valores estaba a cargo del contratista petrolero Baker Hughes, que se retiró de Nord Stream 2 en febrero. La compañía dijo que la investigación se refiere a la participación en los proyectos bajo sanciones”. Es bueno conocer que tales informaciones trascienden al mundo soviético a través de la agencia de prensa inglesa, léase Unión Europea, Reuters.

Los alemanes ya informaron el 22 de febrero que 18 empresas, entre ellas la Baker Hughes, se retiraron del proyecto Nord Stream 2, segándose a cooperar con el mismo. Berlín se adhiere a la posición anterior sobre las sanciones, las rechaza y considera la injerencia en los asuntos internos del país.

Nord Stream 2 es un gasoducto que conectará a Rusia con Alemania a lo largo del mar Báltico para llevarlo a consumidores europeos que eviten Ucrania. La colocación de la tubería estaría terminada a finales de 2019, pero Estados Unidos las sanciones impuestas por los norteamericanos y sus ampliaciones lo impidieron en ese momento, al considerar que el gasoducto es una amenaza para la seguridad energética de Europa, pero Moscú afirma que Estados Unidos trata de limpiar el mercado europeo usando métodos inescrupulosos para vender su gas esquisto más caro.

Con motivo del aniversario del asesinato del político opositor Boris Nemtsov, el secretario de Estado, Antony Blinken, habló de «la creciente intolerancia del gobierno ruso hacia toda forma de expresión independiente».

Así se resume la cuestión de las aparentes tensiones entre Estados Unidos de Biden y la URSS.

Vladimir Putin, el jefe ruso, entiende y lo ha dicho, que quienes se oponen al gasoducto Nord Tream 2 tratan de castigar a la URSS por sus operaciones en Ucrania, la que sería dejada en la indefensión frente a la agresión de los rusos, por lo que detener ese proyecto es cuestión de ida o muerte.

Vida política en Rusia

Recientemente, Putin propuso enmiendas a la Constitución rusa, incluso en el aspecto religioso, cuando busca una legislación que prohíba la cesión de cualquier territorio ruso a algún Estado extranjero. También que se incluyan enmiendas para incluir a Dios y al matrimonio heterosexual.

Una cuestión importante es la reciente inauguración por parte de Putin del puente más largo de Europa el cual atraviesa el estrecho de Kerch, objeto de críticas en la comunidad internacional. La línea férrea de 19 kilómetros une a Rusia con la anexionada península de Crimea, territorio que hasta 2014 formaba parte de la soberanía de Ucrania.

Las Naciones Unidas mantiene una investigación con fines de juicio sobre el eventual respaldo ruso a las milicias separatistas en Ucrania que denuncia Kiev. La ONU indagaría si Moscú violó la Convención por la Supresión de la Financiación del Terrorismo al apoyar a los prorrusos.

En lo que Vladimir Zelenski, presidente de Ucrania entiende como un primer paso para poner fin al conflicto entre Rusia y Ucrania, ambas partes intercambiaron decenas de prisioneros, en 2019.

Se recuerda que en 2014 tropas rusas comenzaron a ocupar bases en Ucrania, en lo que se dijo era el inicio de parte de Rusia para anexarse la Península de Crimea, anhelado por Putin.

El presidente pro-ruso Viktor Yanukovich fue derrocado tras semanas de protestas en Kiev y otras ciudades.

Desde la Organización del Tratado del Atlántico Norte siempre se ha considerado la cuestión de Crimea y Rusia como “la audaz maniobra rusa” al tratar de cambiar las fronteras en Ucrania. (En noviembre de 2013 se desató en Ucrania una grave agitación política a la que por ahora no se le ve fácil solución.

 

Rusia intentó convertir la península de Crimea en un territorio ruso de facto mediante unas elecciones locales organizadas apresuradamente en marzo de 2014, con resultados favorables a la independencia de Ucrania y la unión con Rusia. Parece que las fronteras europeas surgidas tras la II Guerra Mundial ya no son tan permanentes como pensaban la mayoría de los gobiernos al acabar la guerra fría en 1990).

 

 

 

 

 

 

 

 

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