SANTO DOMINGO. La población dominicana permanece en ascuas esperando una solución pragmática de parte del nuevo gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y Luis Abinader, al serio problema de poner en marcha una estrategia adecuada para el inicio del año escolar.
Las escuelas del país están huérfanas de más de un millón de alumnos de todas las edades, miles de empleados y personal administrativos, quienes junto a los profesores no han podido empezar a trabajar en sus planes de docencia regulares. Ahí hay que incluir, asimismo, la cuestión de la educación superior universitaria, también paralizadas.
Se ignora una fecha de inicio del curso escolar 2020-2021 en República Dominicana, así como el plan de enseñanza a solo cuatro días de la fecha en que se esperaba reabrir las escuelas, el 24 de agosto.
La seria crisis de salubridad que parece salirse de las manos de las autoridades salientes, siendo un reto tremendo para las entrantes, ha afectado las escuelas. La población está ansiosa por saber cuál es el plan en concreto que trae el gobierno para poner en marcha el sistema nacional de educación, ya que el gobierno saliente se marchó y dejó eso, así, como si nada estuviera pasando, pese a que el virus COVID-19 producía estragos en sus propias narices, amontonando cientos de miles de contagiados y cientos de muertes, significando la mayor crisis de salubridad de todos los tiempos.
La esperanza trunca
La esperanza del país de conocer los planes gubernamentales fue dejada en suspenso, cuando ayer, el gobierno de Abinader dejó aplazada la promesa de informar la estrategia con que cuentan. Habían anunciado dar el informe en rueda de prensa en el Palacio Nacional, ayer en la tarde, pero lo aplazaron hasta el lunes de la semana próxima inmediata. Se prolongó, así, el tremendo dolor de cabeza que genera la preocupación por el tema a toda la nación.
La presentación del Plan Nacional de Educación, pautada para las cuatro de la tarde de ayer, jueves, fue pospuesta para el lunes 24 de agosto del presente año, de acuerdo con un comunicado de la Presidencia. Como explicación de esta cancelación de último momento, la Presidencia argumentó que fue debido a que “organismos nacionales e internacionales han mostrado interés en ser parte de las soluciones” para el año escolar. Lo que iniciará el 24 de agosto será el conocimiento público de lo que piensa hacer el gobierno ante tan serio problema.
Desde que se presentó la pandemia del coronavirus en el país, en marzo, las clases presenciales fueron suspendidas por el Ministerio Nacional de Educación de la República Dominicana (MINERD) de entonces, que acogió la recomendación mundial recogida y expuesta por la organización EDUCA de no detener la educación, pese al coronavirus.
Se ha expuesto la posición con recomendaciones de expertos quienes entienden que el riesgo mayor mientras esté instalada la pandemia es el de la deserción escolar, por lo que hay que evitar salidas prematuras y atemporales del sistema educativo.
Algunos sectores, como la misma EDUCA plantean que las clases inicien cuando haya condiciones, y que se piense en un modelo híbrido combinando la presencialidad con la tele presencialidad.
Ya el Ministro de Educación saliente, Antonio Peña Mirabal adelantó con tiempo que la fecha de inicio del año escolar dependerá de la situación en que se encuentre la presencia de la pandemia coronavirus. Llamó a un debate sobre la modalidad de lo presencial o lo virtual. Pero su gobierno dejó todo en blanco, sin planes, ni proyectos, ni análisis alguno en perspectiva.
El año escolar 2020-2021 se iniciaría con estudiantes de secundaria. La docencia para el próximo año escolar 2020-2021 se haría de manera progresiva y localizada, empezando la primera semana por los distritos donde haya menor índice de contagio, informó Minerd en un comunicado, en mayo.
La Asociación de Instituciones Educativas Privadas (Ainep) se reunió con Roberto Fulcar, quien todavía no había asumido como nuevo ministro de Educación a partir del 16 de agosto, con el objetivo de analizar propuestas relativas al inicio del año escolar 2020-2021. Y en eso han estado Fulcar y demás, amontonando encuentros, reuniones y resultados de análisis, hasta la fecha desconocidos.
La Asociación Dominicana de Profesores y Fulcar, un viejo sindicalista del área, y luego insertado en la política partidista, quien ya es ministro de Educación, buscan alternativas para comenzar el año escolar, en medio de la pandemia del coronavirus que sigue avanzando en el país. Ningún resultado se conoce, todavía, pese a que llegó el final de agosto, cuando en tiempos normales sin crisis de salud, suelen iniciarse las clases en las escuelas y universidades. ADP ha sostenido que entiende que para la próxima escolaridad hay que mantener el distanciamiento, usar la educación virtual y la internet (reconocimiento que no en todas partes hay facilidades para usarlo como medio de transmisión para alumnos y profesores). Y agrega que en cualquier caso se podría usar la radio y la televisión.
Se está buscando la forma de idear un protocolo general para el período, en cuanto a las medidas de higiene y el distanciamiento, incluido el uso de las mascarillas para alumnos, maestros y personal administrativo de las escuelas, que componen 2.6 millones de personas. El costo de dotar de mascarillas a este personal parece uno de los aspectos más difíciles, ya que acogiendo un costo mínimo estándar ameritaría una inversión de 650 millones de pesos al año.
¿Y el Indotel? Bien, gracias
Está por verse cuál será el rol del Instituto Indotel en todo el problema. Indotel, durante el coronavirus ha estado en neutro a la hora de adoptar medidas en favor del gran público y de las empresas que requieren del uso de las tecnologías cubiertas por esa institución rectora en la que participan el Gobierno, los empresarios y la coletilla de los usuarios.
Aunque el nuevo gobierno de Abinader ha reiterado que negocia con las telefónicas para requerir su suporte como miembros de Indotel, en donde confluyen el gobierno, los empresarios de las telecomunicaciones y los usuarios de los servicios, en una unidad tripartita, cuya acción no se avizora ante el problema.
