SANTO DOMINGO.El presidente Rafael Abinader continúa pasando revista en un inusual estilo de gobierno que comienza, en el marco de los tradicionales cien días que se les cuenta a los presidentes y su aparato, para apreciar el derrotero que tomará el país con el impulso de sus ejecutorias, que es lo más importante.
El estilo de Abinader presidente, luce idéntico al estilo del Abinader candidato en ruta proselitista. Pero no lo es. El presidente, ahora, aunque siga revistando los problemas, ahora lo hace con el óptimo espíritu del gobernante consumado que está obligado a ser.
En ese marco tendrá hoy, la oportunidad, según se anuncia, de sorprender a sus contendores principales de campaña, en una visita presencial. Guillermo Moreno, Leonel Fernández, y Temístocles Montás (valga el detalle), no se anuncia a Gonzalo Castillo entre los líderes a los que contactará para hablarles y escucharlos en busca de la ayuda de sus liderazgos para inyectar fuerzas a su naciente gobierno.
La iniciativa no es nueva. Lo nuevo es que se concrete. Lo había propuesto en tiempos de campaña, como necesidad para que el gobierno no cargue sólo con el pesado fardo de problemas de todo tipo que padece la población dominicana.
Esta es la primera visita a los líderes políticos principales del país. Todos los cuales tienen delegaciones importantes en los poderes legislativo, y en el judicial, será el inicio de numerosos encuentros con los responsables de las esferas económica, social, religiosa, educativa y sindical.
Es importante que esta revista de Abinader se haya iniciado pronto. Y que la continúe en forma acelerada. Podrá hacer presión con la iniciativa para que el liderazgo nacional que a veces hace creer que sólo existe para hacer exigencias al gobierno, se encuentre cara a cara y esté obligado a reflexionar hasta dónde es necesaria su integración para consolidar el sistema democrático nacional.
¿Por qué el COVID-19?
La pandemia del virus COVID-19 que destroza y transforma al mundo, pero que despedaza la República Dominicana y esparce sufrimiento y dolor en una nación pobre y atrasada del tercer mundo, se anuncia como tópico fundamental a tratar en estos encuentros de líderes motivado por el jefe del gobierno.
No podía ser de otra forma, ya que la pandemia no tiene solución a simple vista. Ni siquiera con la futurista vacuna. Y con anuncios no se la logrará detener. Ni siquiera las naciones de economías más poderosas del mundo, han podido con este desgraciado fenómeno de insalubridad.
Abinader, de quien se empieza a decir que “golpea suave”, pero que golpea, va a enrostrar a los líderes de todo el espectro nacional, que la necesidad del esfuerzo es comunitaria. No es asunto de que haya observadores acechando las fallas. Si hay fallas, tendrán que ser de todos. Igual que los seguros éxitos que habrá. Serán de todos.
Abinader deberá estar exactamente a las 9:00 de la mañana, ni un minuto menos ni un minuto más, en presencia de Guillermo Moreno, para que éste diga al gobierno, hasta dónde está dispuesto a conducir su “alianza por el país”. Y a las 11:00 de la mañana, estará en la lujosa fundación Funglode, de Leonel Fernández. Y que allí no haya exposición de teorías. Abinader no se destaca precisamente por ser un teórico, aunque Fernández lo sea.
Ahora, tendrá que aterrizar con su experiencia de presidir tres gobiernos, y mantener el liderazgo en el mayor partido político de la nación. Hablen. Hablen y decidan ejecutorias de inmediato, sobre todo a nivel del Congreso Nacional, en donde estarán en cada curul los problemas a enfrentar y solucionar.
La soledad actual de la denominada Casa Presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) enmarcará la actividad vespertina de los encuentros. A las 5:00 de la tarde, con la presión de los tapones del momento en el tránsito. Y también con la premura del toque de queda que obliga a precipitar todo tipo de encuentro para volver al resguardo hogareño contra la azarosa pandemia del coronavirus.
No se cita a Gonzalo Castillo, a no ser en la Procuraduría General de la República, y es difícil que Danilo Medina decida presentarse a esta cita como cualquier convidado de piedra, con su estilo yoísta escalofriante.
Abinader “golpea suave”, pero golpea, que es lo más importante. Los líderes de la nación ya empezaron a experimentar comprobando el estilo del nuevo gobernante. Se pasea al salto de la pulga por tierras inundadas, playas las más bellas, pero en bruto. Cuando llegue de manera definitiva a su escritorio del Palacio Nacional, tendrá la oportunidad de exhibir los logros de sus itinerantes cien primeros días en la presidencia.
Y una pregunta final: ¿Por qué no hacerse acompañar en esos encuentros, valga el señalamiento, por lo menos en el de hoy, por la vicepresidenta Raquel Peña, responsable de los planes de salud contra la pandemia del coronavirus? La pregunta no debe interpretarse como un atrevimiento. No lo es.
