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viernes, abril 19, 2024

Alto precio de la comida es “molotov” que tumba gobiernos

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Una amenaza persistente parece se cierne sobre el gobierno de Luis Abinader y su Partido Revolucionario Moderno (PRM). Se llama “alto precio de la comida”. Es Molotov que lleva dentro clavos, grapas, gasolina y que cuando detona tumba cualquier gobierno que sea flojo. Si la flojera es por inexperiencia, mejor para el estallido.

El dueño de ese escenario también tiene nombre conocido. Se llama intermediario. Figura sin rostro visible, indolente y de alma especulativa. El intermediario es grotesco y aborrecible.

El intermediario no corre riesgo. Su falta de riesgo lo desliza a la necesidad del consumidor, cuando mete cinco para sacar seis. El intermediario es empresario. Y en un gobierno donde los empresarios andan “jefeando”, el intermediario es un oligarca que se siente seguro como nunca. El alma del intermediario-empresario hace rato que se la llevó el diablo.

No hay problema mayor para un gobierno que el peligro del alza del precio de la comida que se consume a diario por una necesidad. El hambre de la gente.

La pandemia no es tan peligrosa como los precios altos de los productos de consumo diario. Las nominillas que dejaron de herencia Leonel Fernández, Danilo Medina y su azaroso Partido de la Liberación Dominicana (PLD) están ahí, asfixiando al gobierno del PRM y de Abinader.

Pero las nominillas no son tan peligrosas como el alza del precio de la comida. Éste es problema que vomita la crisis económica sobre el vientre más necesitado que es indiscriminado. Porque todo el mundo tiene que comer, y aquí, lo hacemos tres veces al día.

El intermediario lo sabe. Y en tiempo de crisis él no la siente. Es cuando desencama sus sucios pesos para arrancar los frutos al productor. Sobre todo, al pequeño productor que no tiene más que una finquita platanera, algunos plantones de yuca, y rabizas envueltas en esquejes de batata. O un cerdito, unos pollitos criollos, o un “chivo cojú”, tan “cojú” como el mismo intermediario indolente de mente monetaria.

Luis Abinader
Luis Abinader

 

Parte del problema es que el intermediario conoce a fondo a sus vigilantes, y ahora sabe que se trata de mozalbetes que visten saco y corbata, aunque lleven apellido honorable que le valió estar al frente del Inespre. Los mismos nombres y apellidos de los mozalbetes que no tienen experiencia de nada, pero que dirigen instituciones que nunca soñaron dirigir. Ahora no saben que es una nominilla que llaman “botellas” que las encontraron ahí, puestas durante años por Leonel, Danilo y su PLD con sangre de Joaquín Balaguer y del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) abonándolas.

Las botellas o nominillas son inamovibles y si las botan inundarán las calles de protestas. Mezclarán las protestas con los reclamos del hambriento que explotan los intermediarios-empresarios que no siembran ni son dueños de bodegas, colmados, colmadones ni pulperías. Pero que tienen los fondos para movilizarlos en tiempos de crisis de sustentación.

Podrán decretar la formación de múltiples comisiones de burócratas de Agricultura, del Inespre, del Banco Agrícola, de Industria y Comercio. Nada será efectivo para romperle el alma a los intermediarios. Tal vez, la Guardia, pero que sea la “guardia de Mon”, y la Policía de Balaguer, que es la de siempre, sirvan esta vez para algo. Como sería colocarlos como eslabón que conoce la invisible cadena intermediaria para que les rompan la siquitrilla y recompongan el mundo del consumidor por necesidad diaria.

Grito de Alburquerque

“Ramón Alburquerque vaticina breve estadía PRM en el poder si no controla precios” decía un titular de periódico, extraído de la voz del ingeniero miembro de la cúpula del PRM de gobierno. Eso se traduce en “el alza de los precios son una Molotov”.

El veterano ingeniero de minas y energías de nombre Ramón Alburquerque, en su frustración adolorida por el engaño que envuelve su reclamo de “así no fue que hablamos”, lo anda diciendo con su voz de experto.

 

Ramón Alburquerque
Ramón Alburquerque

 

“Empresarios llevan preocupación de los altos precios de la canasta familiar al presidente Abinader”, rezaba otro titular de periódicos. Imagínense, los oligarcas del Consejo Nacional de Hombres de Empresas (CONEP), hablando con el empresario Abinader, quien todos los días es alertado por Lisandro Macarrulla, una de las zapatas del CONEP, con escritorio en el Palacio Nacional, pero que no es afiliado al PRM.

El CONEP que alertaba a Abinader está presidido por Pedro Brache, que vende leche de vaca sin ser vaquero. CONEP habla con Abinader de los precios de las materias primas, para echarle la culpa del alto costo de la canasta familiar. O sea, no es cuestión de intermediarios, según este rico empresario. Brache, José Paliza, Lisandro Macarrulla, y Abinader están hablando entre pares.

Hay una mafia y falta de transparencia en los precios de los combustibles que sólo atinan a subir en la orquesta, precisamente, del bisoño reformista Ito Bisonó, en el gobierno, como producto de las compuertas que sueltan las alianzas partidarias en época de elecciones perentorias.

“Los combustibles han subido en 12 de las 19 semanas de Abinader en el Poder”, establecía el titular del principal periódico del país.

Ito Bisonó no es del PRM ni nada que se le parezca, pero sí es empresario ¿conocerá a los intermediarios?

Los combustibles no se comen, pero mueven sobre ruedas las comidas.

Pero, sí lo está diciendo el tono alto del Ministerio Público. Entre reformistas y peledeístas han controlado la intermediación del negocio de los combustibles durante decenas de años ¿que siguen con los imberbes del PRM?

Y como en los combustibles, la brevedad en el Poder del PRM, vendría vinculada a la comida diaria y el alza de su precio volcada en la canasta familiar.

Cuando Mario Díaz, un “dirigente choferil” pidió a Abinader “declarar el año 2021 como “Año del Fomento a la Protección y los Derechos del Consumidor” del gobierno entendió otra cosa, y sentenció que “Abinader no declarará por decreto el año con atención a tema específico por razones de racionalidad del gasto y por considerar que todos los retos sociales y económicos actuales merecen la atención del Gobierno, y esa práctica es un desperdicio de fondos que se invierte en material gastable”.

Alguien recordó las argucias de un Juan Bosch en 1963, anunciando que su gobierno no escribiría sus oficios a doble espacio y que lo haría por la cara de adelante del papel, y continuaría llenando el reverso para que no se fuera en blanco. Al final, los oligarcas son los mismos de hoy, hicieron saltar para arriba a Bosch, usando su propia Molotov.

Estamos cambiando

El mercadeo plástico que promueve desde el Palacio Nacional la figura del presidente Abinader lo coloca en múltiples colores en los medios de prensa, hablando con el CONEP, pero también con los productores de arroz, con las pequeñas empresas de todo tipo, con los fabricantes de pan. Mientras la mente de Abinader está en algo que llaman “pacto eléctrico”,y reforma fiscal con nuevos impuestos.

Seguridad alimentaria es jerga mercadológica, también. Por ejemplo, la gente anda buscando cuatro millones de pollos a cincuenta pesos que solemnemente anunció el Señor Presidente, y que sazonó en voz alta su ministro de Agricultura, Limber Cruz (¿tan perdido como el hijo de Limbergh?). Eso dijo uno que destripa pollos en cada esquina en donde el muerto de hambre busca un pollo entero en 125 pesos que se dijo, y encuentra sólo “pico y pala”, y si no lo quieres lo dejas.

Y así, es difícil que se le entienda. Todos, sin embargo, son parte de los ingredientes de la Molotov que se preconiza. Y es que con la barriga de la gente no se juega. Como no se juega con las bases del PRM.

Y no se gana para mantener las reglas de juego, mientras se preconiza desde el gobierno, la misma consigna de que “el cambio va”. Tiene razón Abinader. Hay muchas cosas que no se cambian por decreto. Ni con trucos de publicidad mercadológica que resultan peor que los intermediarios, porque a fin de cuentas son también intermediarios quienes producen esos trucos financiados con fondos públicos que aportan los muertos de hambre.

Que se sepa. Estamos cambiando.

 

 

 

 

 

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