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martes, marzo 19, 2024

Buscando el origen del desastre del Haití político

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Revisar el rastro de la historia de Haití permitirá ver con cierta claridad una historia política que es más que una guía de múltiples intentos aplastados por grandes fuerzas imperialistas, por mantener de pie el sueño de los revolucionarios independentistas haitianos.

El general de las milicias francesas, Toussaint Louverture, inició ese sueño. Y no podía hacer otra cosa que mantener su liderazgo y gobernar por sí mismo, como forma de que aquello sobreviviera. Pero ¿podría hacerlo él solo o acompañado por segundones que terminaran anhelando el Poder?

Declarándose Gobernador General de la Isla, de Saint Domingue, tuvo la necesidad de rodearse de un Vicegobernador, de ayudantes, parientes o compañeros de combates. Tenía que estructurar una forma de gobierno para un Estado que sería cabeza de lo que un día fuera la República de Haití.

Haití es reconocido, hoy día, por la marca dejada por los sucesivos golpes de Estado, sus cambios de gobierno y de regímenes, o juntas militares, detrás de los cuales siempre han existido fuerzas extrañas. En Haití nunca ha dejado de existir un conflicto político interno promovido desde fuera.

Ante la secuela de vicisitudes en Haití, ya se ha concluido que esa nación logra cierta estabilidad, cuando se impone un dictador que se hace obedecer.

Todas las mediciones realizadas al efecto han considerado a Haití en forma sistemática como un país donde prima la corrupción promovida por una élite parasitaria e insaciable, a costa de los compromisos de la Nación.

La corrupción política, mejor dicho. Todo gobernante anda siempre en Haití, en busca del beneficio particular. El poder es utilizado y la generalidad lo entiende así, en Haití, para beneficio privado. Y lo que menos importa es la legitimidad para lograr el logro de la mezquindad.

Cuando se habla de corrupción política hay que llamarla de distintos modos: soborno, cabildeo, amiguismo, clientelismo, malversación de fondos, extorsión, nepotismo.

Para que tanta alevosía sea realidad la misma no puede ser emprendida por un solo hombre. Tiene que haber una sociedad hecha para el mismo fin. No puede haber narcotráfico si no se arma una sociedad criminal para lograrlo. Y ahí, entran los operativos de lavado de dinero, la trata de personas, y cualquier actividad delictiva para los fines.

Todo eso lo conocen y promueven desde siempre, los grandes consorcios de prestamistas que nunca han dejado que Haití despegue en busca de su propio destino.

Habrá ingenuos que piensen que tan sucia tarea se logra por sí misma. Por ello no debe olvidarse la necesidad de la represión política para suprimir opositores. En eso, es necesario entonces, disponer de la fuerza policial y de los militares.

¿Por qué hablar de tantas variantes para entender lo que ha ocurrido tradicionalmente en Haití? Es que no hay otra forma.

Siguiendo la trayectoria investigativa y de análisis de la Unidad de Inteligencia Economista, EIU por sus siglas en inglés, se visualiza la existencia de un catálogo de países corruptos, o Índice de Percepción de la Corrupción, a fecha 19 de agosto del 2021, referido a lo acumulado hasta el 2020, están a la cabeza Somalia y Sudán del Sur (vistos los factores del soborno de funcionarios públicos, las comisiones en la contratación pública, la malversación de fondos estatales y la eficacia de los esfuerzos del sector público contra la corrupción.

Entre los 20 países más corruptos, Haití aparece en el número 11. En Haití, la corrupción política es algo común.

Es por eso que se consideran fallidos todos los intentos por construir en Haití un estado de derecho, una democracia, y que a través de estos mecanismos se pueda mejorar la calidad de vida de la población.

Como es lógico suponer, quienes hacen estas mediciones, no viven dentro de Haití. Están muy altos, muy altos. En distintas ocasiones han participado en actos de corrupción y manipulaciones insertados en la estructura del manejo del poder político haitiano. Entre éstos se cuentan algunos mesías y mediadores de fondos dirigidos a la recuperación de los haitianos.

La cronología de las etapas de la historia política haitiana: El 1 de enero de 1804 se produce su independencia lidereada por Dessalines, y en 1805, éste se proclama Emperador. En 1806 lo asesinan sus contrarios.

Se divide Haití, entre 1806 y 1820, y resultan los gobiernos del Norte, segregando los negros en esa región, y el gobierno del Sur, para concentrar a los mulatos.

En 1822, hasta 1844, Haití ocupa todo el territorio de la Isla, hasta que, en 1844, se proclama República Dominicana queda la isla dividida en dos repúblicas.

Haití de 1859 a 1957 vivió una época de su historia plagada de luchas políticas, aparte del período de ocupación militar estadounidense, de 1915 al 1934. Además, múltiples golpes de estado y “elecciones” hasta que la dinastía dictatorial de los Duvalier tomó el control del país en 1957.

De 1843 al 1915, se suceden en Haití, ya República de Haití, tiranías, revoluciones, desórdenes, y por lo menos 22 dictadores que se mantienen y reparten los distintos gobiernos.

Del 1806 al 1811 se reconoce la existencia del Estado de Haití, en el que se establecen dos gobiernos distintos y adversos en el Norte, uno, y en el Sur, otro.

Esa ha sido una de las grandes desgracias del devenir del pueblo haitiano, cuando desde sus inicios su territorio es gobernado por dos regímenes distintos, atendiendo básicamente al color de la piel de sus habitantes. Esa es, tal vez, una de las circunstancias que al enumerar los distintos regímenes que ha tenido Haití, haya un desfile de gobernantes como si se tratara de dos países diferentes. Hasta el día de hoy, Haití se ha mantenido con esa tradición de trifulcas por el Poder.

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