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jueves, marzo 28, 2024

Duarte en el corazón, Pedro Santana ¿en el Panteón?

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SANTO DOMINGO. La discusión es vieja y no menos estrafalaria. Pedro Santana ¿es un héroe o “un monstruo” en el marco de la historia de la República Dominicana? Santana, sin duda alguna fue el enemigo número uno de Juan Pablo Duarte y su partido Trinitario.

Contrariando toda lógica y razón, las cenizas de Santana las esparció debajo del piso del Panteón Nacional, otro monstruo de la sinrazón, Joaquín Balaguer. En la República Dominicana fundada por ese hombre magnífico de nombre Juan Pablo Duarte, él tiene residencia permanente en el corazón.

El desconocimiento de la historia ha hecho que se coloque a Santana en el lugar del héroe, en el escenario de escaramuzas frente a los haitianos, que, al tratar de engrandecer su figura, estableció Hugo Tolentino Dipp, amañados historiadores se han empeñado en llamar batallas.

En una de esas escaramuzas o batallas para evitar que los presidentes haitianos de entonces insistieran en mantener sus milicias sobre la nueva Nación, Juan Pablo Duarte, vestido en uniforme militar, no logró reducir a la obediencia al coronel Pedro Santana. Y no podía lograrlo, porque Santana y el primer gobierno provisional de la Nación, dirigido por un impostor de nombre Tomás Bobadilla y Briones, estaban mancornados con el propósito de desconocer el liderazgo del Patricio Duarte, y de la misma Nación. Mientras un auténtico general, Antonio Duvergé y sus tropas, lejos de El Seibo, se comía a los haitianos a pura metralla a todo lo largo de la frontera. Santana siempre envidió a Duvergé, hasta que lo asesinó junto su hijo.

Hoy, todo un sindicalista encumbrado a la cúpula política y a ministro de Educación, decreta la intención de que, para lograr ser Bachiller, los estudiantes deberán ¡aprender de memoria y recitar el Himno Nacional! El ministro Roberto Fulcar no sabe tanto de historia patria, ya que en su plan de gobierno, su propio grupo no supo establecer la necesidad de que se enseñe esa historia patria, que es más que un tarará de educación cívica. Así, de sencillo.

Por ese desconocimiento, Leonel Fernández y Danilo Medina, y hasta ahora Luis Abinader, en lo que lleva de presidencia, han desoído la petición de la Cámara de Diputados hecha resolución, para que deshagan el desaguisado de Joaquín Balaguer y saquen a Pedro Santana del salón magnánimo del Panteón Nacional y lo arrojen en cualquier sitio en que predomine la ignominia.

Pedro Santana
Pedro Santana

Conocer los incidentes históricos que envuelven a Santana es parte de una meta propuesta, más no alcanzada por la conciencia nacional. La ligereza de historiadores pagados o lanzados a ese oficio por azar, por esa misma condición, han aportado al patrimonio histórico, esa y muchas otras confusiones cardinales al momento de designar responsabilidades a quienes simbolizan el esfuerzo de la heroicidad patriótica.

La figura de Duarte, su sobria personalidad y su grandeza de propósitos y logros, no tiene punto de comparación frente a la rústica efigie de Santana.

Se conoce el lugar donde nació Santana. De quién o quienes era hijo. Cómo se crio y vivió, entre las pezuñas de sus reses, hasta matrimoniarse y adquirir patrimonios por esa vía. Porqué, siendo mellizo de Ramón, éste poseyó una personalidad diferente a la de su hermano.

Algo debe de cambiar. Para que el pueblo conozca y aprenda su historia.

¿Discusión espuria?

Las cenizas de Pedro Santana no deben de estar sepultadas en el Panteón Nacional. Ese es lugar para los magníficos que se distinguieron en vida por mantener el edificio de la Nación en sus mejores zapatas.

Por una decisión inconsulta, Joaquín Balaguer movido por la naturaleza ideológica que tuvo como norma de vida, las cenizas de Santana fueron arrojadas debajo del piso del Panteón Nacional.

Balaguer fundamentó su decisión en uno de sus razonamientos característicos resumidos en panegírico. Una insidiosa perorata de media hora que puede ser encontrada en las redes sociales en su viva voz. Santana, para Balaguer, era un “demonio” ingrato con la Patria de Duarte. Pero que debía de ser reconocido como tal.

A Balaguer no se le conoció mujer como consorte. Aunque tuvo madre, nunca tuvo condiciones para apreciar lo que significa la dignidad de la mujer. Los restos de Santana, movidos por el cinismo irracional del gobernante fueron llevados al Panteón Nacional, y colocados, justamente frente a la tumba de su primer asesinato de gobierno: María Trinidad Sánchez, violada así, en su dignidad póstuma por Balaguer, quien se pasó la vida dando golpes con acechanza.

Esfuerzo vano, hasta ahora

En el punto 14-10 del acta 39, de la prórroga de la segunda legislatura ordinaria del 2007 se recogen las incidencias de la sesión de la Cámara de Diputados. Y se narra cómo empezó la discusión en ese órgano del Congreso Nacional para aprobar el requerimiento al presidente de entonces, Leonel Fernández: sacar los restos de Pedro Santana del Panteón Nacional.

El proyecto de resolución fue propuesto el 15 de noviembre del 2007, por 18 mujeres diputadas, trece peledeístas y cinco perredeístas. Juana Mercedes Vicente Moronta – PLD (promotora principal); María Estela de la Cruz de De Jesús – PRD; Ana Isabel Bonilla Hernández – PLD; Karen Lisbeth Ricardo Corniel – PLD; Kenia Milagros Mejía Mercedes – PLD; Lethi Vásquez Castillo – PLD; María Cleofia Sánchez Lora – PLD; Mirtha Elena Pérez – PLD; Nancy Altagracia Santos Peralta – PLD; Ysabel de la Cruz Javier – PLD; Ydenia Doñé Tiburcio – PLD; Gilda Mercedes Moronta Guzmán – PLD; Gladys Sofía Azcona de la Cruz – PLD; Yuderka Yvelisse de la Rosa Guerrero – PLD; Digna Reynoso – PRD; María Margarita Sánchez de Almonte – PRD; Nemencia Amancia de la Cruz Abad – PRD; Ángela Pozo – PLD. Queden esos nombres para la historia.

Como todo lo que discute en nuestro siempre aturdido Congreso, el documento fue enviado a rodar en el orden del día 6 de diciembre del 2007, considerado ese mismo día, y enviado a comisiones de Cultura y la de Justicia, hasta que el 29 de mayo del 2008, cuando la presidencia de la Cámara recibió un informe de la Comisión Permanente de Justicia, el 5 de junio de ese año, “para única discusión”. La Comisión de Justicia consideraba razonable los argumentos de las diputadas dueñas de la propuesta.

Cuestión “compleja”

Pero decía este organismo que la cuestión era compleja, por lo que recomendaba encuentros de personalidades, sectores e instituciones para discutir con mayor prudencia y apego al sentido histórico una resolución de tal naturaleza. Y sugerían consultar a la Academia Dominicana de la Historia, el Instituto Duartiano, la Comisión de Efemérides Patrias, historiadores, sociólogos y legisladores, entre otros. Julio César Horton Espinal, firmante como presidente, pedía enviar el documento a la Comisión de Cultura, por ser la más apropiada para conocer ese asunto.

Manuel Jiménez

El diputado Manuel de Jesús Jiménez Ortega, presidente de la Comisión de Cultura hizo saber que lo que pedía el informe, ya se había cumplido, puesto que ellos tenían la propuesta, y que no sabía porqué lo incluían en la agenda de esa fecha. Comoquiera, la presidencia de los diputados pidió remitirlo a la Comisión de Cultura, y así fue aprobado, como se recoge en el acta 24, de la prórroga de la Primera Legislatura, de la sesión ordinaria del 26 de junio del 2008.

Este expediente que contenía los antecedentes, la esencia del reclamo y su importancia para el país, había sido colocado en agenda de la Cámara para única discusión el 12 de junio del 2008 y dejado sobre la mesa. De nuevo a discusión el 24 de junio, y sucesivamente, en el orden del día el 25 de junio de ese año, cuando fue dejado pendiente para orden del día de una próxima sesión. Del informe de la Comisión de Justicia, sólo se leyó al pleno de diputados el acápite titulado “conclusión y recomendación”, aunque para obedecer al ordinal 5 del artículo 115 del Reglamento de la Cámara, se transcribió completa la resolución en el acta de la fecha.

La Comisión de Cultura envió a la presidencia de la Cámara, un “informe favorable con modificaciones”, el 10 de marzo del 2009, con seis anexos adicionales. Consultada la Oficina Técnica de Revisión Legislativa (OFITREL), esta no emitió objeción alguna en el aspecto constitucional, y también lo vio el gramatólogo Marino Rodríguez Pozo, para corrección de estilo. No hubo objeción. Aquí, los diputados llamaron a la prensa para anunciar vistas públicas sobre el tema, el 23 de octubre del 2008. Querían que acudieran las personalidades y entidades ya mencionadas. Los historiadores Juan Daniel Balcácer, de la Comisión de Efemérides Patrias y Roberto Cassá, del Archivo General de la Nación, opinaron en favor de sacar a Santana del Panteón Nacional.

María Trinidad Sánchez inmortal, violada como mujer

Este informe de comisión establece que el proyecto reviste importancia para el país, al considerar que el “acto abominable de fusilamiento que termina con la vida de María Trinidad Sánchez, lejos de socavar sus ideales la inmortaliza, al escribir su nombre y su gloria en las páginas de nuestra Historia Patria”.

“Constituye un acto de violencia contra la mujer, de su pensamiento, y del derecho a la vida, que lo hace aberrante, cuando sus restos mortales son colocados frente a los de su agresor Pedro Santana, a quien, por el contrario, sólo agradecemos haber logrado que nuestra Patria haya sido anexada a España”, agrega el articulado.

¿Cuáles modificaciones al proyecto sometió la Comisión de Cultura de los diputados?

Modificaron el título, para que rezara que “los restos de Santana fueran trasladados del lugar donde se encuentra, a la iglesia Nuestra Señora del Rosario del municipio de El Seybo”.

En los considerandos modificados, esta comisión dejó establecido que Pedro Santana y María Trinidad Sánchez son dos personajes opuestos en la Historia Dominicana, en cuanto a pensamiento político, en tiempos memorables de la Independencia.

María Trinidad Sánchez
María Trinidad Sánchez

Resaltaron que el espíritu de lucha de la trinitaria María Trinidad Sánchez se puso de manifiesto al integrarse a “todos los movimientos conspiradores que surgieron en el país”. Citan el movimiento febrerista, al que perteneció, para conspirar contra el anexionista Pedro Santana, para facilitar el regreso a su país de los padres de la Patria, Francisco del Rosario Sánchez, y Ramón Matías Mella, en contraposición con Pedro Santana.

“Son los hechos históricos llenos de valor y lealtad con los que María Trinidad Sánchez escribió su nombre de heroína nacional”, dijeron. Y por el contrario Santana, “con sus instintos de crueldad y falta de escrúpulos, profanaba la primera fiesta de la Independencia, fusilando a balazos a María Trinidad Sánchez, la misma fecha del aniversario independentista, el 27 de febrero de 1845. Colocar los restos de Santana al frente de los de María Trinidad Sánchez no fue más que un desafío a su heroísmo”.

Santana, resaltan los diputados, cargó con otros numerosos crímenes de letra Patria y Humanidad, como el fusilamiento de Antonio Duvergé, verdadero y celoso cuidador a sangre y fuego de la frontera que nos separa de Haití. También el  hijo de Duvergé, Alcides Duvergé y los hermanos Puello, entre otros cientos de independentistas.

Santana también fusiló a Francisco del Rosario Sánchez y a sus 19 acompañantes, luego de apresarlos, en violación a las más elementales reglas de la guerra.

Todas las consideraciones de los legisladores concluían en que el presidente de entonces, al que dirigían los términos de la resolución, Leonel Fernández, debía de ordenar la exhumación de las cenizas de Pedro Santana, sacarlo del Panteón Nacional y trasladarlo a su lugar de origen. Fernández no hizo caso. Y tampoco quien lo sucedió el presidente Medina. Como no ha hecho caso, el actual gobernante Abinader, hasta el momento.

Los nombres de los diputados que firmaron ese contundente documento por la Comisión de Cultura: Manuel de Jesús Jiménez Ortega, Presidente; Ilana Neumann Hernández, Sergio Antonio Cedeño de Jesús, Elba Lugo A. de Alcántara, Radhamés Fortuna Sánchez, Elso Milciades Segura, Gladys Mercedes Soto Iturrino, Ángel José Gomera Peralta, Julio Alberto Brito Peña, Sergio Pascual Vargas Parra, Néstor Julio Cruz Pichardo, Hugo Rafael Núñez Almonte, Guillermo Armes Ramos García, Carmen Mirelys Uceta Velez, Guido Cabrera y Máximo Castro Silverio, miembros.

Persistencia de Manuel Jiménez

Por separado, en un turno agotado en la sesión inmediata para conocer el informe, el presidente de ese grupo resaltó: “Pedro Santana, obviamente tiene un lugar en la historia dominicana, y ese lugar de la historia estas generaciones deben reservárselo, pero debe ser el justo lugar que le corresponde según sus hechos, según sus aportes, pero igualmente esos hechos habrán de ser evaluados para que no transgredan los fundamentos de nuestra historia, para que no distorsionen la enseñanza de la historia dominicana y para asegurarnos de que los villanos no estén junto a los héroes”.

Jiménez es actualmente alcalde del mayor municipio del país, Santo Domingo Este. Proclama que ese municipio debe llenar el nombre Trinitaria. Y tiene un expediente de argumentos, similares a los que expuso y ha defendido desde entonces, en la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, años ha.

El diputado Sergio Antonio Cedeño de Jesús, alegando que poseía un informe disidente que no depositó, con los mismos argumentos de siempre y apartándose de lo esencial que es la aversión manifiesta en crímenes constantes contra la nación dominicana. Resumió que el Santana independentista seguirá siendo el vencedor de la Batalla de las Carreras y de la Batalla del 19 de marzo, donde derrotó al general Herrand y al general Soulouque, que eran los presidentes de Haití en su época.

El diputado Ramón Rogelio Genao, del reformismo de Joaquín Balaguer, expresó coincidencia con la disidencia de Cedeño de Jesús. Recordó que Santana fue llevado al Panteón Nacional por decisión de Balaguer. Y respaldó que lo dejaran en ese sitio.

Ese pleito ¿se diluyó? Por lo menos, no ha concluido. Santana no tendrá tranquilidad y pudiera estar esperando turno a la puerta del infierno. Mientras cada dominicano lleva en sus venas y su corazón, la esencia que no logró opacar la vesania del hatero del Este.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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