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viernes, abril 26, 2024

Fernando de la Rosa mantiene esperanzas de ver resurgir sindicalismo en el país

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Fernando de la Rosa, luchador revolucionario reprimido con cárceles, y exiliado por fuerzas bestiales, durante largos años, sindicalista, ex diputado, político de por vida, está vivo y coleando. Entre nosotros, por suerte.

De la Rosa, Fernando, ya octogenario, vive forrado por la memoria de sus trayectos. Al hablar en la virtualidad de “La Tertulia del Teórico”, que un grupo de amigos mantiene cada sábado, en reconocimiento a la bonhomía y calidad humana e intelectual de Jimmy Sierra, coloca en su salsa sus apreciaciones de la realidad actual del sindicalismo en el país. Y su posible futuro.

En conversación franca, al responder inquietudes que le son expuestas, De la Rosa se decanta: “La actitud de los empresarios, por naturaleza, sigue siendo de oposición a la existencia de los sindicaos”. Así, era. Y así sigue siendo.

Pero en la historia, dice, “han ocurrido dos guerras mundiales que parieron reformas y acuerdos, que arrojaron como un principio fundamental la justicia social, y la mejoría de las condiciones de trabajo.”

Recuerda que, en Estados Unidos de Norteamérica, a finales del siglo XIX, “cuando se produjeron grandes luchas para reducir de 16 a 8 horas la jornada de trabajo, todos los líderes laborales y sindicales fueron ejecutados, todos. Es, por eso, que en mayo se celebra el Día Internacional de los Trabajadores. Se ha permitido a los trabajadores, avanzar. Pero no como una concesión, sino producto del resultado de duras luchas”.

¿Cúpula sindical logrera?

Ahí, viene a desembocar la raíz de la cuestión actual del sindicalismo dominicano. “Se sabe que la naturaleza de los empresarios es oponerse a la organización de los trabajadores en sindicatos. Pero aquí, tenemos una cúpula en el movimiento sindical del país, que no está dispuesta a jugársela para luchar por el respeto a la libertad sindical. Porque son “sindicalistas profesionales. Sindicalismo, para esta cúpula, es un medio de vida para ellos subsistir.”

La mayoría de los miembros de esa cúpula sindical nuestra, no tienen capacitación para el trabajo y así, poder sobrevivir. Agarrado de sus cargos de “dirigentes sindicales”, tienen que depender de esa posición, porque de otro modo no encontrarían trabajo en ninguna parte, ya que no tienen preparación que los califique para trabajar”.

Sin lanzar acusaciones individuales, De la Rosa sí resalta que esos altos dirigentes sindicales reciben cientos de miles de pesos mensuales en compensación. Si bajan de esas posiciones, serían trabajadores asalariados sin calificación, y tendrían que trabajar en un puesto de frituras, o con un motor en el motoconcho, o vender billetes de lotería.”

De la Rosa resalta que, en el país, sin embargo, hay sindicalistas capacitados en distintas técnicas como trabajadores. Están entre los ingenieros, en el profesorado universitario. Son trabajadores intelectuales asalariados en sus distintas áreas, y están organizados en sindicatos.

“El régimen político, sin embargo, no permite mayores libertades. Y estas, sólo podrán conseguirse con la lucha. Hay que tratar de recuperar lo que existe. Unificarlo y emprender una nueva lucha de lo pequeño hacia lo grande. Y eso va a llevar tiempo”, es su resumen pragmático de este sindicalista y luchador sobreviviente.

Resalta que no se trataría de escasez de trabajadores con formación. Se trata de escasez de trabajadores con formación política, en la mayoría de los casos. Esa es la razón de que los trabajadores se coloquen a la cola de los partidos organizados por el empresariado. Por eso, los trabajadores votamos en las elecciones para colocar en la presidencia de la República, a un empresario.

No se les ocurre a los trabajadores proponer a un profesional de prestigio para candidatearlo a la presidencia de la República. Se vería que los propios trabajadores irían a votar por un empresario.

De la Rosa recuerda que, en la década de los noventa, fue diputado de la República. En la Cámara de Diputados estaban, diez sindicalistas que habían alcanzado una diputación en elecciones, postulados por las distintas fuerzas políticas. Al modificarse el Código de Trabajo, el empresariado de entonces, se negó a aceptar legisladores sindicalistas. A partir de ahí, no apareció jamás, un sindicalista diputado o legislador.

Dependerá de la lucha

De ahí, que quienes aparecen como sindicalistas en el Congreso Nacional, son grandes empresarios de su área de actividad. “Está claro que enfrentar ese dilema y vencerlo, dependerá de la lucha de los propios trabajadores. Por encima de estas debilidades, muchos sindicatos de base han mantenido su espacio y continuado su lucha cotidiana para defender las conquistas logradas, aunque sin los avances que pudieron o podrían ser logrados en los gobiernos liberales que se han sucedido hasta el día de hoy, si se hubiera mantenido y consolidado el movimiento unificado de antes. Esta tragedia que vive actualmente el movimiento sindical nacional podría ser resuelta, a mi humilde opinión, con el reagrupamiento de los sindicatos de base, realmente existentes, y sin importar afiliación confederal, en una sola central nacional dirigida por líderes de base exclusivamente y que viven del trabajo asalariado.”

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