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viernes, abril 19, 2024

Norteamérica: Entre el miedo y la temeridad, tras la borrasca

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SANTO DOMINGO.Un periodista preguntó a la alcaldesa Muriel E. Bowser, demócrata, si está asustada ante eventualidades de violencia o similares, durante la transmisión del mando presidencial, el 20 de enero. La Bowser, que estaba ordenando duras medidas de seguridad para garantizar el orden durante la actividad en que el presidente electo Joe Biden recibirá el mando en Washington, dijo que sí: “Tengo miedo de algo, y es por nuestra democracia.

La alcaldesa completó, de inmediato: “Tenemos facciones en nuestro país que están armadas y son peligrosas”.

Todo esto ocurre mientras 22 ex legisladores republicanos instan a la destitución de Trump.

Norteamérica, tras cuatro años de su estrafalario presidente Trump, esta prisionera del temor y la temeridad.

Muriel E. Bowser
Muriel E. Bowser

Abraham Lincoln llegó a la presidencia a gobernar un país dividido, con las partes en guerra y su ilusión fue siempre unificarlo, dar paso a la Unión. Donald Trump se va, lo sacan a empellones.

Lincoln tenía un ejército para la Unión. Trump se va solitario, dejando un ejército de locos y sectarios inundando las calles de esa nación llenas de miedo. Dejando un país dividido, llamando a los suyos a “luchar como el infierno” para que tomaran el mismo Capitolio que Lincoln tomaba en construcción. Trump llamaba sus “tropas” a que rompieran puertas, ventanas, despachos. ¡Todo! Sesenta heridos y media docena de muertos ha sido, hasta ahora, el balance de Trump. Y un gabinete de gente avergonzada en desbandada.

Los resultados de investigaciones se acumulan revelando que existen numerosos grupos que operan al margen de la ley dirigidos por Trump, para infiltrarse en las instituciones y resquebrajar todo el sistema democrático, según denunció, en noviembre 2020, documented.net, un sitio corporativo de investigación de influencias.

El Servicio de Parques Nacionales suspendió el acceso a áreas de la inauguración, incluidas carreteras, áreas de estacionamiento, baños dentro del National Mall y Memorial Parks, hasta el 24 de enero. Suspendió las visitas al Monumento a Washington debido a ‘amenazas creíbles’. Miedo a los forajidos de la democracia.

El jefe de policía del Distrito de Columbia, Robert J. Contee III ha declarado que por lo menos 56 oficiales sufrieron lesiones durante el asalto. Los oficiales, algunos veteranos de Irak, le dijeron a su jefe que la situación les da más miedo que cuando estaban en el terreno de combate.

Hillary Clinton, ex secretaria de Estado, sostiene que la destitución de Trump es esencial, pero que esa medida no resolverá el problema profundo de la supremacía blanca y el extremismo que padece su país, que dijo deberá ser regulado con nuevas leyes.

Trump sigue siendo el líder de esos grupos armados y peligrosos que deambulan por el país. El asalto mafioso y terrorista, según ha sido calificado por Biden, el 6 de enero, mantiene en ascuas una nación que se vendió e impuso a fuerza de golpes militares su concepto de democracia.

 

 

 

La última insistencia en la maldad la concretó Trump en el anuncio de un vocero de la Casa Blanca de que el todavía gobernante, entregaría la Medalla de la Libertad, y el honor civil, al representante Jim Jordan, republicano por Ohio y un regio defensor de los postulados y acciones del hoy reducido político. Este Jordan lleva años resistiendo y desmintiendo la acusación de abuso sexual por parte de un médico del equipo en las décadas de 1980 y 1990, mientras era entrenador asistente de lucha libre de la Universidad Estatal de Ohio.

The New Yorker decía, al iniciar la semana y citando a Bloomberg News, en un artículo de John Cassidy, que hasta el día 20, Trump, mientras planea escapar de la justicia, ya visitó la frontera mexicana, emitiría más indultos presidenciales e intentaría, una vez más, introducir algunas restricciones a las grandes empresas tecnológicas como Twitter y Facebook, que lo han sacado de sus plataformas.

El ejército callejero de supremacistas blancos de ultraderecha, quienes completaron el asalto al Capitolio, sede del Congreso Nacional que estaba en plena sesión para legitimar los resultados del nuevo gobierno que encabezará Biden, es la vergüenza del momento.

Un recuento actualizado de los periodistas del Washington Post, John Wagner, Paulina Firozi y Colby Itkowitz, resalta la resuelta voluntad de la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, advirtiendo que decididamente Trump será sometido a juicio político, si el vicepresidente Pence, junto al tren administrativo, no decide destituirlo en virtud de la Enmienda 25, el miércoles. Los demócratas de la Cámara ya presentaron formalmente la acusación contra Trump por “incitación a la insurrección”. Por el momento, los republicanos bloquearon la medida de la Cámara de Representantes que pide a Pence y al gabinete que eliminen a Trump bajo la tal enmienda.

Pence, más bien es considerado en núcleos amplios de la prensa norteamericana como un individuo pusilánime como la mayoría de los funcionarios que han acompañado a Trump en todos sus desfaces.

La acción de la alcaldesa Bowser y sus medidas para garantizar la seguridad no es sólo por los hombres armados y peligrosos que pululan en la capital y otras regiones, sino que también abarcan la presencia asesina del virus COVID-19. Un caso curioso es el de la representante Bonnie Watson Coleman, demócrata por New Jersey, sobreviviente de cáncer de 75 años, quien acaba de dar positivo por coronavirus después de refugiarse en su lugar en una habitación con legisladores durante los líos del Capitolio, junto a otros que se negaron a usar máscarillas. Brian Monahan, médico tratante del Congreso ha estado advirtiendo de nuevos casos entre legisladores que estaban agrupados en habitaciones refugiados durante el alboroto llegado desde la calle.

‘America United’ será el tema de la inauguración de Biden; y un ‘campo de 191,500 banderas, para reemplazar a los espectadores, prohibida la concentración masiva en el juramento. También una ofrenda floral en la Tumba de los Desconocidos en el Cementerio Nacional de Arlington.

Lincoln debería estar sorprendido ante la aparición de este sustituto que al cabo de los siglos viene a borrar su memoria unionista con tantos desaguisados.

 

 

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