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viernes, abril 26, 2024

Políticos insensatos que quieren pasar por alto el cuadro de calamidad que nos asedia

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SANTO DOMINGO. El país, República Dominicana, no está normal. El mundo no anda con normalidad. Motivos suficientes a la vista de todos, hacen que todo se mueva en un marco de anormalidad. La salud pública nacional, la economía, con su tradicional precariedad e insuficiencia, son ahora abrumadas por las circunstancias de un fantasma insalubre llamado virus COVID-19.

Todo anda trastornado y generando un estado de insalubridad mental que arropa a todos en un desequilibrio tenebroso. Eso es lo cierto. No es fantasía. Todos andan con la nariz y la boca tapada. Y parece que también con los ojos obnubilados.

Trastornados están los ingresos, los deseos de crecer de las empresas, los consumidores con sus estómagos retorcidos. La educación al desnudo en su insuficiencia, y prisionera de la incapacidad gerencial y ministerial de los politiqueros que no se asimilan a estos escenarios cambiados.

Al hablar de los politiqueros tenemos que aterrizar sin ningún pesar en apuntalar a los protagonistas esenciales que quieren pasar por alto el cuadro de calamidad que nos asedia.

Por sus hechos los conoceréis. Leonel Fernández, una figura que hace más de veinte años nos ha sometido a los efectos de una lucha grupal a lo interno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), ahora forzado por las circunstancias negativas que lo asedian, está empeñado en que el país siga viviendo a la penumbra de sus entuertos y sus enfrentamientos con el defenestrado presidente Danilo Medina.

El pleito es viejo. Lo nuevo y penoso es el escenario en el que están forzando exponerlo. Ahora quieren arrastrar a toda la nación para que no sólo se entere, sino que participe del mismo.

Fernández, con su grupo Fuerza del Pueblo no encuentra sitio seguro. Y Danilo no tiene espacio, aunque sí recursos económicos, para desahogar sus amarguras que le provoca la derrota y el desalojo del Poder.

Están forzando para que el foco de atención se fije en el Congreso Nacional. Controlar una cantidad de legisladores que el proceso electoral, hace rato que definió. Pero son tozudos. Creen que las calamidades entorpecen la vista de la aturdida población. Y podrían estar equivocados y en su equivocación arrastrarnos a la hecatombe.

El Partido Revolucionario Moderno (PRM), organización en la cumbre del poder ganador en el marco de las regulaciones del sistema, podría creer que el encumbramiento al que lo llevó la población, es sólo para alharacas. El PRM tiene el dilema por delante, de tener que crecer, fortalecerse en el fragor de la lucha enfrentando a la oposición, y también gobernar. Cosa que como decimos, no está para pinos nuevos.

Fernández quiere que el gobierno del PRM explique sin justificarlo, el alza criminal e injustificada de los precios de las comidas. ¿Y cómo, si ha de explicarlo, es el mismo Fernández quien deba hacerlo, ya que su PLD de entonces agotó veinte años de ejercicio de fuerza monetaria? Y el mismo Fernández se enjugó en tres ejercicios gubernamentales, dos de ellos mediante los artilugios que bien conoce, para imponer la reelección.

Danilo es hábil en la lucha grupal que no en la dirección de las instituciones. Eso lo ha llevado a quedarse sólo con un grupo desinstitucionalizado. Veremos cómo le va, que, de arrancada, parece no le irá muy bien en sus andanzas politiqueras. Pero, allá él. Que allá llegue, y aquí no pegue.

La calamidad pública de la insalubridad y el COVID-19, no les importa. Los tres millones y medio de alumnos de los barrios y escuelas públicas sin horizonte, tampoco les importa. La economía que no resiste más teorías, tampoco les importa. La insuficiencia de la producción de alimentos, tampoco les importa. En fin, ¿qué les importa a estos políticos, que no sea repartirse el porcentaje económico derivado de los resultados electorales; ¿el porcentaje para sus partidos, el porcentaje de los sueldos de los senadores y diputados, los puestos del tren de la administración del Estado?

Como el pueblo tiene buena memoria, es de saberse, que está acumulando datos. Y tiene cuatro años para esa tarea que no es tan gigantesca, ya que los protagonistas lo facilitan con sus empecinamientos toscos y empobrecedores de todos.

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