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jueves, abril 18, 2024

La desinformación sobre COVID-19 es peor que la enfermedad

Las redes sociales se han desempeñado frente a la enfermedad, como cualquier virus

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SANTO DOMINGO.Desinformaci[ona llegada y el paso de la “pandemia” desatada por el virus COVID-19 es el mejor modelo a estudiar para conocer de hasta dónde es capaz de hacer daño el mal uso de los medios de información. Este daño es mayor al ser sobredimensionado por las nuevas tecnologías, todavía sin control adecuado.

El origen, la dimensión, la prevención, el tratamiento a que obliga la enfermedad “pandémica” son aspectos que han dado lugar a numerosas teorías de conspiración. Desinformación a todo dar. La desinformación, se ha dicho, se propagó más rápido que la pandemia del COVID-19, desde marzo del año 2020.

Las redes sociales, cada día usadas con mayor y descontrolado desenfreno se han dado gusto con el tal COVID-19. Las redes sociales se han desempeñado frente a la enfermedad, como cualquier virus. El origen de los mensajes truculentos puestos a circular como texto e imágenes, hasta por gobiernos y gobernantes, han tenido como modelo de desarrollo la misma metodología viral. Así se dice: “Se volvió viral en las redes”, para referirse a cualquier temática explotada con saña, usando como vehículo las tecnologías al servicio de la Internet, y todos los demás medios de difusión que las acompañan con no menos morbosidad.

Cualquiera, en su anonimato, se convierte en médico para fabricar recetas y recomendaciones. El mismo origen del COVID-19 todavía está en investigación. Y hasta los chinos a quienes se les ha atribuido el engendro de la manera más maledicente, mantienen, hoy, en su territorio, una brigada de especialistas científicos de distintas nacionalidades indagando para obtener una respuesta que resulte adecuada.

 

 

El virus SARS-CoV-2 procedía de un laboratorio de Wuhan donde se había estado trabajando poco tiempo atrás con el RaTG13-CoV, un coronavirus de los murciélagos con un genoma similar en un 96 %, aproximadamente, al SARS-CoV-2, se difundió, y los chinos andan tras la corrección de tales dichos.

Uno de los últimos recursos utilizado por los desinformadores para timar a los incautos movidos por el miedo, también fomentado con noticias falsas, es el de las pruebas en el hogar: una real estafa comercial.

La información falsa sobre curas o tratamientos milagrosos con medicamentos ya probados en otras enfermedades, al fomentar la demanda, ha obligado a los laboratorios que los surten a multiplicar la producción, y sin escrúpulos aumentar sus ganancias.

El caso ha llegado a tal extremo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) entidad de probada reputación, todavía no tiene todos los cabos atados para demostrar científicamente que lo desatado por el virus es una “pandemia”, y no más que una epidemia, según sus propios códigos. Es más, la misma OMS ya calificó la circulación de informaciones falsas sobre esta rara enfermedad, para la que no hay cura conocida, sino más bien una vacuna en pruebas y ejecutándose, sin ninguna probabilidad sobre su alcance en el tiempo: se trata de una epidemia de informaciones falsas.

Para numerosos maléficos de la información,  el virus es un arma biológica con una vacuna patentada, un esquema de control de la población o el resultado de una operación de espionaje. Entonces, la gente se llena de miedo, y sale en busca de nuevas informaciones falsas para equilibrar su estado de ánimo.

Donald Trump, el saliente esquelético presidente de Norteamérica, calificado como el rey de las noticias falsas, se hizo responsable por minimizar las dimensiones de la cuestión, desde el manejo estatal, y en su mismo país consiguió que obtuvieran el récord mundial en muertes y contagios, aún vigente y descontrolado. Es la principal preocupación del nuevo gobierno estadounidense de Joe Biden.

Se habla de las redes sociales, pero desde enero del 2020, The Washington Times estaba afirmando que el virus era parte de un programa chino de armas biológicas.

El Washington Post publicaría, luego, información desacreditando lo difundido por el medio antes dicho.

Zero Hedge, un blog de los Estados Unidos, decía, también en enero 2020, que en el Instituto de Virología de Wuhan se creó la cepa COVID-19. Aquí se daba el nombre, el número de teléfono del supuesto científico chino creador del bicho y se orientaba para que quien quisiera lo consultase. Twitter suspendió el blog para siempre.

En esto andaban, con descaro, el senador estadounidense Tom Cotton y Francis Boyle, profesor de Derecho, sin que dijeran nunca dónde estaban los creadores del maleficio de la pandemia.

Un comentarista político conservador de nombre Rush Limbaugh dijo en un programa radial que todo se trataba de un experimento de laboratorio Chicom (comunista chino), con el interés chino de derribar a Trump.

También el comentarista conservador Josh Bernstein afirmó que el Partido Demócrata y el «estado profundo médico» estaban colaborando con el gobierno chino para crear y liberar el coronavirus para derribar a Donald Trump.

No fue sólo en Norteamérica, en el Reino Unido, una teoría de la conspiración vinculó el coronavirus a la red de telefonía móvil 5G.

Esta falsa tesis llevó a que se incendiaran varias torres 5G, y se relacionó todo con la campaña de Trump contra la empresa de telecomunicaciones Huawei en el desarrollo de la red.

El subsecretario de Estado en funciones para Europa y Eurasia, Philip Reeker, dijo que «la intención de Rusia es sembrar la discordia y socavar las instituciones y alianzas de los Estados Unidos desde dentro» y «difundiendo la desinformación sobre el coronavirus, los actores malignos rusos una vez más eligen amenazar la seguridad pública al distraerse de la respuesta de salud global». Rusia negó la acusación, diciendo que «esta es una historia deliberadamente falsa».

Otros medios de información norteamericanos se han empeñado en difundir informaciones falsas sobre el involucramiento de Rusia con iguales fines.

Ha existido una teoría de conspiración YouTuber apoyada por QAnon y el movimiento anti-vacunas, que ha afirmado que el brote fue un esquema de control de población creado por el Instituto Pirbright en Inglaterra y el expresidente de Microsoft, Bill Gates, apoyada por libertarios de derecha, teóricos de la conspiración del Nuevo Orden Mundial y fundamentalistas cristianos.

El virus COVID-19 ha sido vinculado a operaciones de espionaje, al movimiento antisemita en múltiples redes de distintas nacionales. Se vive alterando sistemáticamente la publicación de cifras y estadísticas sobre esta enfermedad, todas llenas de discrepancias entre unas y otras.

Tomemos de Wikipedia, la enciclopedia libre que cumple treinta años en la web, el siguiente listado de bulos difundidos con supuestas informaciones sobre el COVIDid-19, todas debidamente refutadas:

•    «Consumir jengibre hervido con el estómago vacío puede matar el coronavirus».

•    «Tomar el dióxido de cloro combate el coronavirus y el autismo.

•    «Beber limón con agua puede usarse para prevenir el coronavirus y el cáncer, ya que aumenta los niveles de vitamina C».

•    «Contener la respiración durante 10 segundos es una autoevaluación eficaz para el coronavirus».

•    «Saunas calientes y secadores de cabello pueden matar el coronavirus».

•    «Una bebida antigua de Sri Lanka puede prevenir el coronavirus».

•    «Jabón de la marca Turmeric and LifeBuoy previene la infección».

•    La luz UV-C, el cloro y las altas temperaturas (más de 56° C) se pueden usar en humanos para matar el coronavirus.

•    Inyectarse desinfectante.

•    Las tarjetas azules de dióxido de cloro protegen contra COVID-19.

•    Se ha querido decir que inhalar cocaína inmuniza las fosas nasales por donde debió entrar el virus. Algunos historiadores restan méritos a Wikipedia por supuestas inexactitudes que se le cuelan. Ese, sin embargo, sería un problema para los historiadores, para asegurarse de su calidad y autoestima. Lo cierto es que este medio de internet enriquece los conocimientos de muchos millones de personas, quienes, además, tienen la oportunidad de aportar con sus hallazgos.

Una oportunidad

Quienes quieran aprender más sobre desinformación y COVID-19, remítanse a “Fact-checking y desinfodemia de la COVID-19: Nuevo curso gratuito del Centro Knight”, es la motivación que empezó a difundir este fin de semana, el capítulo sobre Cursos de Periodismo del Knight Center, de la Universidad de Texas, en Austin. (https://knightcenter.utexas.edu/es/desinformacion-y-fact-checking-en-tiempos-de-covid-19-registrese-ahora-para-el-nuevo-curso-gratuito-en-linea-del-centro-knight/

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