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jueves, marzo 28, 2024

México habla en voz alta ante nuevo “colonialismo” de las vacunas

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En México, el 83 por ciento de la población de edad tiene ya por lo menos la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus. Dígase mejor: tienen por lo menos la primera dosis de las vacunas. Más de 74 millones de mexicanos ya fueron vacunados.

Pero, al mismo tiempo que el gobierno mexicano lo está informando “con mucho gusto” porque se trata del cumplimiento de la meta que se propusieron, el presidente Manuel López Obrador se queja porque los ricos secuestran el negocio de las vacunas perjudicando a los más pobres.

El presidente mexicano Manuel López Obrador dice que se pretendía vacunar el 100 por ciento de la población mexicana mayor de 18 años. Por o que todavía queda un 17 por ciento por vacunar.

Los mexicanos pusieron en marcha lo que llaman Operativo Correcaminos, en el que involucró a 304.805 brigadistas en 14.190 centros de vacunación, inyectando más de medio millón de dosis diarias, a veces, hasta más de un millón, totalizando un reparto de 125.739.964 inyecciones.

López Obrador asegura que su país dispone de 250 millones de dosis [248.955.240], incluyendo casi 10 millones recibidas en donación. Suficientes para vacunar a 132 millones de personas. Los mexicanos suman 126 millones de habitantes.

Según la Universidad John Hopkins, en México se han producido 3.798.286 contagios, décimo país en infecciones, y 287.631 fallecimientos por coronavirus. Siendo así, es el cuarto país muertos por covid-19. Sólo detrás de India, Brasil y Estados Unidos.

Para obtener esos logros, es asombroso como México se ha valido de todas las marcas de vacunas: BioNTech, Pfizer, CanSino, Coronavac, Covaxin, Johnson & Johnaon, Moswen, Oxford, Moderna, AstraZeneca, Sputnik V y Sinopharm BBIBP, Janssen y Covax. El gobierno mexicano, estos medicamentos estos medicamentos son usados limitados a poblaciones específicas. Los Estados Unidos no aceptan algunas de estas vacunas como la rusa Sputnik V y la china CanSino para poder entrar a Norteamérica ni a la Unión Europea.

Es de ahí que México haya pedido al G20, o Grupo de los Veinte, durante su reciente reunión en Roma de ese gran foro internacional de gobernantes y presidentes de bancos centrales, entre los cuales está México, reconocer todas las vacunas eficaces contra el COVID-19. El G20 está integrado por 19 países y la Unión Europea. Los 19 países son Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Reino Unido, Sudáfrica y Turquía.

Lo que manifiesta México es el deseo de que América Latina avance en la vacunación de sus poblaciones y que pueda producir sus propios biológicos evitando así la dependencia de otras regiones.

A propósito de la aparición de la variante del covid-19 identificada como ómicron, reportada desde el 24 de noviembre, en Sudáfrica y Botsuana, el primero, país con un excelente sistema de vigilancia genómica al que la OMS está felicitando reiterativamente por su diafanidad y sapiencia en el combate de la pandemia. Pero territorio con escasa vacunación, alcanzando apenas 1 por cada cuatro habitantes, un diez por ciento de la población, avanzando el proceso con lentitud. La variante ómicron se esparce de manera más rápida que otras variantes, pero se ha determinado hasta ahora, que sus síntomas son más leves que los conocidos hasta el momento, según afirma la doctora Angelique Coetzee, quien detectó esa forma del virus por primera vez.

El presidente de México, coincidiendo con los científicos y gobernantes africanos, ha resaltado que “lo que ocurre es que no llegaron las vacunas a África; no es que sea terrible la nueva variante, es que se abandonó a los pobres del mundo, como suele pasar”. López Obrador a la luz de los numeritos mostrados por su país, está más que autorizado para hablar en ese tono tan crítico.

Estas críticas podrían resumirse en resaltar que el llamado mecanismo Covax de la Organización Mundial de la Salud, para buscar solidaridad mundial contra la pandemia, ha sido un fracaso: los países ricos se siguen negando a ayudar a los más necesitados. Por eso, los poderosos ya están aplicando tres y cuatro dosis de vacunas, cuando como ocurre en Africa y Latinoamérica, grandes masas no alcanzan a una primera dosis.

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