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jueves, marzo 28, 2024

Aborto (III)

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Para que el debate sea científico, debemos releer este dilema entre el “derecho a la vida” del feto y el “derecho a disponer de su cuerpo” de la mujer embarazada, y sacar una conclusión apropiada, porque el fin que perseguimos no es que el lector cambie de opinión respecto al aborto, sino que tenga más fortaleza científica al momento de defender su posición.

Cuando el embarazo es el producto de una violación ¿se puede aplicar a la justificación del aborto, deberá esa mujer parir un hijo de un violador, degenerado, sicópata, quizás drogadicto?

¿Qué pasa en ese caso con el derecho a la vida del feto y el derecho de la madre a disponer de su cuerpo?

¿No tienen los fetos derechos a la vida cuando son el producto de una violación, o tienen menos derecho a la vida que los demás fetos?

Desde cualquiera de los dos ángulos, responder estas interrogantes es incómodo, porque a la moral y a la religión no le importa otra cosa que el derecho a la vida del feto. ¿Y a quién le importa el destino de la mujer violada, acaso lo que ella vive no es una vida con derecho a vivirla? ¿le importa a ella parir el hijo de un violador y compartir con el fruto de esa violación todos los días de su vida, nadando contra la corriente de rechazo de la misma sociedad que la obliga a dar a luz a un hijo no programado, no deseado, no consentido?

¿Qué es más doloroso: ¿matar físicamente una vida (caso del feto) o matarle para siempre a la mujer violada, el derecho a vivir una vida normal, como lo mandan la religión y la moral? ¿Acaso la de la mujer no es una vida también?

La premisa “Derecho a la vida”, se torna repetitivamente circular, por el hecho inevitable de que tanto el feto (considerado como persona) como la madre, tienen el mismo derecho a la vida y, en modo alguno, se debe establecer diferencias entre (el feto y la madre) porque ambos son sujetos de “derecho a la vida”.

¿Qué pasa con el “derecho a la vida” de la madre, si los médicos determinan que, de continuar el embarazo, irremisiblemente culminará con la muerte de la madre? Los contrarios al aborto no tienen respuesta a esta disyuntiva, como no la tienen en el caso de una mujer violada que resulta embarazada, ni ante la posibilidad de que el feto presente deformaciones que le impedirán vivir dentro de los parámetros de la normalidad.

A modo de conclusión, se puede afirmar que los que se oponen al aborto, consideran que el aborto no es permisible incluso para salvar la vida de la madre; es decir, que para ellos sólo importa un derecho a la vida: el derecho del feto. A esta postura se le denomina: POSTURA EXTREMA.

A la moral y a la religión no le interesan las tragedias socio-familiares acarreadas por hijos no deseados, tragedias que son muchas y serias, ni tampoco, la religión y la moral ofrecen solución alguna para esos casos. Pregonan el derecho a la vida, confundiéndolo con el derecho a nacer, porque después que nace el nuevo ser, los pros-vidas no se acuerdan de él.

Acaso no es verdad que resulta trágico para los hijos producto de una violación saber que su padre es un delincuente, un violador, ¿Qué opinan la religión y la moral acerca de la tragedia de la relación entre hijos y padres ‘no deseados’? ¿Les ofrecen la pro-vida alguna asistencia a la madre y a los hijos, después que nacen acatando su genérico predicamento?

Quitar la vida a otro no es la mejor decisión, ni tampoco es excusa para defender el derecho a la vida.

Los liberales que defienden el aborto proponen que el aborto es un crimen sin víctima, mientras que los pro-vida plantean que el feto es una víctima en toda su extensión.

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