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jueves, abril 18, 2024

Acción ejemplar en cárcel La Victoria

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La disposición de ocupar militarmente la cárcel o Penitenciaría Nacional de La Victoria para definitivamente corregir irregularidades administrativas y de todo orden  y empezar a romper el desorden y poner orden en el lugar, es algo promisorio.

Allí, la Procuradora General de la República, Miriam Germán Brito, destituyó al alcaide y sacó del lugar al personal administrativo y policial, sucios mandaderos que lo enlodaban todo en ese sitio. Y mandó a la Guardia, y algunos policías, para imponer el orden debido.

Falsas autoridades públicas organizadas en las penitenciarías y fuera de ellas para corromper el sistema, es imposible permitirlas. Como es imposible permitir que los peores crímenes se organicen en el seno de las cárceles. Sólo leer estas frases produce náuseas justificadas.

Esas mil tropas militares enfiladas disciplinariamente con sus armas en ristre han sacudido a todos en ese arremolinado lugar del desastre y del mal ejemplo social e institucional.

Es un acontecimiento que está llamado a servir de modelo para cualquier otro desastre nacional que haya que corregir de inmediato, como tanto otros, en este país.

¿Qué está haciendo falta en este país, que sea más urgente que corregir la grave indisciplina que agobia los cuatro puntos cardinales de la República Dominicana?

Dicen que las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica han sido por siempre las únicas dos instituciones que han logrado sobrevivir como tales. En ambas, la disciplina lo explica todo.

Quien pertenece a las filas de la Iglesia, obedece las milenarias normas establecidas desde Roma, o se va, por propia decisión o por fuerza de las normas. Lo mismo, pero no porque la Ley del lugar sea una inspiración, sino porque la regla entre los militares, es lo único que les permite sobrevivir y aspirar a lo mejor, entre sus filas.

Esa es la realidad. No es cuento de caminos. Sólo caben en las filas militares, y las religiosas, quienes se atengan a la disciplina de manera determinante.

Hay que observar cómo una disposición institucional emanada de la jerarquía civil, moviliza a la fuerza militar que marcha sin chistar a corregir lo que hay que corregir: el desorden tradicionalmente permitido en la cárcel La Victoria.

Y la gente no se asombra por ello. No hay motivos para el asombro cuando se observa que ocurre lo que tiene que ocurrir. Asombro debió de producir la asquerosidad administrativa que primaba en La Victoria.

Cuando nos decidamos a imponer orden y disciplina de todo tipo en las desorganizadas filas de la sociedad dominicana, sí veremos con asombro, cómo cambia todo. Cómo empieza a funcionar lo que no funciona.

Disciplina es la consigna a imponer. Es una palabra mágica. Probemos y veremos que en ello no hay mentira. ¡Disciplina, señores! ¡Por favor! Caiga quien caiga.

 

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