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jueves, abril 25, 2024

Duarte, sólo Duarte, pero para todos

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Barajemos algunas ideas sobre la figura del hombre que ideó y trabajó, hasta lo último, para que existiera algo así como una República, una Nación, no para él, sino para todos.

Sobre Juan Pablo Duarte se han tejido mil y una historias distorsionadas. Pero ese hombre era tan único, que ninguna de las historias que hoy conocemos como desinformación, fake news, noticias falsas, ha logrado desfigurarlo.

Duarte no era un ser mítico, no podía serlo, ya que todos los rastros que dejó son los de un hombre de carne y hueso, perecedero como todo lo que es materia. Lo que no ha perecido ni perecerá es su pensamiento.

Duarte no era un santo. No podía serlo, porque siendo masón, maestro de la masonería, tenía su propio concepto sobre la santidad. Y ese concepto de la honestidad, de la rectitud, de la bonhomía, de la sanidad mental era tan completo que no había, ni habrá necesidad de adornarlo con titulares.

Juan Pablo Duarte era, eso sí, un inspirador de hombres y mujeres para conducirlos a la inmortalidad.

Duarte era único. No hay que ponerle al lado a otros hombres del grupo que él sedujo. Él, Duarte es el Padre de la Patria. Otros serían próceres por haberlo acompañado, hasta donde se pudo.

Este hombre que resaltamos no conoció de zigzags. Su línea era recta. La que lo condujo a unir los puntos más disímiles de su sociedad. Es la línea recta que tenemos en mente cuando hablamos de ese hombre que ha resistido a través de todos los tiempos los más inverosímiles embates. Los embates que han logrado acrisolar más aún su figura hasta la eternidad.

La historia de la Patria de Duarte tendrá que ser rescatada para contarla a las generaciones futuras como debe ser contada. Es historia que deberá de ser envuelta en la única ideología que aquel hombre conocía: la integridad desbordada en un interés por hacernos a todos grandes como dominicanos.

Siendo así, que se sepa que no es tan fácil honrar a Juan Pablo Duarte, haciendo escala sólo en los aniversarios que lo recuerdan, alejados de toda vivencia, como solemos ir. Aprendamos que Juan Pablo Duarte es más que una efeméride. Este hombre del que hablamos es eterno, como la Patria que diseñó e impulsó. Es un acontecimiento vivo. No sólo un recuerdo.

Juan Pablo Duarte es grande, muy grande. Y la Patria tenemos que hacerla grande. Ese era el propósito de este sacrificado hombre de ideas duraderas y concretadas en hechos.

Loor a este Hombre de bien duradero. Terminemos de saborear su herencia.

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