El médico santiaguero Daniel Rivera resultó la sorpresa esperada al ser designado ministro de Salud Pública. Ocupa, ya, el sitio dejado por fuerza de un fulminante y, también sorpresivo decreto, el también médico santiaguero Plutarco Arias.
“Diablo, monstruo, ¡qué cargazo te has tirado! Cuídate, ¡que esto no está fácil!” Uno supone que serían las albricias que le diría al médico Rivera, cualquier tiguerón de barrio que lo conozca.
Seguimos especulando, y el doctor Rivera respondería al ocurrente barrial: “¡Quieto, mi loco, todo está bajo control!”
Pero no hay nada de eso, en realidad. Tal vez, todavía estamos bajo los efectos del fogonazo a que fue sometido el anterior incumbente.
Lo cierto es que el respetable médico Daniel Rivera viene aparejado con una resaltante carga de títulos multinacionales y experiencias, ganados en el ejercicio de sus especialidades académicas y administrativas. Uno quisiera que eso sea suficiente.
La primera de las marcas de Rivera es la de ser egresado de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. De la época en que ese centro no era titulado pontificio. Egresado de la PUCAMAYMA, como tenía que ser. Para que se entienda mejor con la jefa del reluciente Gabinete de Salud, la también santiaguera y engendrada desde esa única Universidad que posee un mega laboratorio médico termonuclear, capaz de procesar cualquier vacuna contra el COVID-19, con sus previas pruebas rápida o PCR. Aunque nunca lo haya intentado en medio de todo este tollo del pandémico coronavirus.
El expediente es suficiente para darle la razón al doctor Rivera si respondiera a cualquier tíguere de barrio que le venga con las ya sabidas felicitaciones advirtiéndole que “monstruo, esto no está fácil”.
Cuando a uno lo sorprenden con tal designación después de tres días de rebuscar a quien designar, y lo mueven de Santiago al Distrito Nacional, lo primero que debe de tener claro, es eso. Lo jalaron para la Capital, donde se mueve lo más grande que es el Banco Central, y donde se imprimen los billetes y monedas. Y los cheques. Y sería conveniente dejar en la autopista el regional ambiente santiagués, para pensar en un plan más que nacional, transnacional, como son todos los títulos que adornan a Rivera. Y como son las varias crisis que nos agobian.
Juramentado, ya, doctor Rivera, no pida que le deseen suerte, porque la suerte no existe. Pero, de todos modos, con Usted, ese buen hombre que es el presidente Luis Rodolfo Abinader, ha echado suerte. Porque en este país, en el mundo de la salud, como en todo lo que tiene que ver con un pueblo huérfano de redentores, ¡la suerte está echada! ¡Famoso doctor Daniel Rivera! No hay que olvidar que Usted, es un cuadro del PRM.
