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viernes, marzo 29, 2024

El plátano y la Edad de Piedra

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Si el plátano estriñe es un alimento peligroso. Sin embargo, ocurre que el plátano es un artículo de alto consumo en el país.

Dicen, sin embargo, que lo manchoso del plátano verde al pelarlo, antes de salcocharlo, desfigura el perfil de ese producto agropecuario. Es cuando el plátano maduro es una opción alimentaria de una dulzura que no daña.

Los productores de plátanos suelen atribuir las alzas del precio del producto a las condiciones variables del tiempo. Si llueve con viento, las plantaciones de plátanos desfallecen, se caen con todos sus racimos, y entonces, el precio del plátano sube. Y también si hay sequía, las plantaciones se vuelven pírricas, la producción de esos víveres se reduce y los precios suben.

En la República Dominicana la producción y consumo de plátanos podría ser un tema de seguridad nacional.

En fin, que el alza del precio del plátano confunde a muchos. Y eso podría ser, porque el alto consumo de plátanos en el país, sería algo así, como el consumo del arroz y las habichuelas. Un buen plátano serviría para enhestar la bandera dominicana.

Cuando se juega con el precio del plátano, visto el tema desde estas perspectivas, se está jugando con la estabilidad y la seguridad de una nación.

Es tema del que los productores, especuladores, y sobre todo, los intermediarios, parecen no tener conciencia. Y es porque dada la circunstancia que motiva este editorial lo agrio y amargo del alza del precio de los plátanos, siempre recae sobre la cabeza del colmado del barrio.

Realmente, el tema de los precios de los plátanos parece más bien un tema de la Edad de Piedra. No porque esa circunstancia motive tanta ira y rabia que podría sugerir que los vendedores de plátanos debieran de ser apedreados, o llevados a prisión, sino porque como los precios del arroz y las habichuelas, y del salami, o de los aguacates, son cosas tan nuestras que tienen que ser tratadas con mejor razonamiento por parte de nuestras autoridades públicas.

Para que aseguremos la producción de plátanos. Y si no se puede eso, entonces, traigamos plátanos, aunque haya que buscarlos en la luna, o alguna zona extraterrestre. De todos modos, importar plátanos siempre ha sido algo ridículo. Como lo era cuando importábamos arroz para garantizar su consumo.

O, tal vez, haya que hacer como con el pan: a falta de pan, cazabe. A falta de plátanos, venga la papa, la batata, el guineíto, la yuca, el ñame. O lo que sea. Y veremos que el precio del plátano sí que puede ser bajado de esa nube en donde lo coloca la rapiña.

Vivamos con los precios de los plátanos algo mejor que remontarnos a la edad de piedra. Por favor.

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