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martes, abril 16, 2024

La República existe a pesar de los políticos

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La República Dominicana fue construida, previamente ideada y fomentada por un jefe de partido, un idealista de nombre Juan Pablo Duarte, con el propósito de que la nueva Nación no dependiera de Haití. Pero que no dependiera, tampoco, de España ni de Francia. Esa era la cuestión. Ni de ninguna otra potencia.

Ocurrió lo que tenía que ocurrir. Al asomar el éxito contundente de la Sociedad La Trinitaria y su capacidad para organizar y agitar en favor de la independencia, quienes deseaban volver a manos de España, formaron partido sin otro ideal que seguir dependiendo del imperio español. Pero también formaron partido quienes deseaban que la parte oriental de la isla volviera a manos de Francia.

De esta manera, Duarte no pudo contar para lograr su propósito ni siquiera con aquellos que entendieron que su trabajo sería un éxito. Estos se expandieron entre españolizantes y afrancesados. Duarte, en ese dos para uno, sabiendo sus contrarios que tenía el éxito asegurado, se ensañaron aun más. Y lo extrañaron bajo sentencia de muerte. Tuvo que ser auxiliado por amigos para sacarlo del país y evitar lo peor.

Duarte no vio izar por primera vez la bandera tricolor que bajo sus normas y criterios había sido tejida. Esa felonía fue la obra de españolizantes y afrancesados de quienes se conocen de siempre sus nombres y apellidos.

A partir de ahí, Duarte no tuvo más partido que el de la Patria, los tormentos que le provocaban sus pervertidos contrincantes y la decisión de confiar en el trabajo hecho.

Al transcurrir los tiempos la historia recorrería un accionar paralelo. El de los combatientes constructores de futuro con Duarte en la memoria. Y el de los verdugos sempiternos constructores de desgracias.

Partidos políticos vienen y partidos políticos van. Encumbrados lidercillos se posesionan del Poder escalando en esos partidos. Y la historia se repite cada vez.

Son partidos y líderes esparcidos a granel. Su único objetivo es el usufructo del Poder. El abuso del Poder en nombre de sus partidos. Buscar y escarbar hasta las últimas migajas que caigan en su derredor. Los partidos y sus jefes tienen la meta de alzar las faldas de la Honorable Patria por la que se han inmolado millares constructores de futuro y violarla.
Todos los inmolados han tenido que sufrir a los infames usurpadores del ejercicio de la política.

La República, la Patria, sobrevive cada vez. Y está de pie. A pesar de los políticos.

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