29.2 C
Santo Domingo
martes, abril 23, 2024

Lo primero, es comer

Las más leídas

Visto el problema de los precios de las comidas desde la óptica de los dañinos intermediarios en la cadena de distribución, pasemos a ver otros dañinos y que hacen disparar los precios: la especulación in sito, en el lugar del detalle a los clientes.

Muchas veces ha sido necesario establecer vigilancia, hasta represiva, manu militari, para atender los desafueros de los detallistas de los alimentos, grandes, medianos y minoristas: son insaciables, indolentes y hasta pecaminosos. Suben los precios sin tener que ver con más nada que no sean ellos mismos y su agio.

Esos métodos no han bastado, en ninguna oportunidad, para aniquilar a todos los agiotistas y sus ansias. Cuando se los aplaca, después de mucho ruido y fanfarria, resurgen como el moriviví.  Y siguen los altos precios producto de la especulación inhumana.

Entonces, resulte o no resulte, que siempre deberá de resultar, se hace necesario que el Estado intervenga con todos los mecanismos y presupuestos con que cuenta por anticipado, colocados en sus manos por los propios consumidores.

Puede el Estado, con gradualidad, ir neutralizando a los intermediarios en la cadena de distribución de los alimentos. Claro que puede.

Y puede caer encima de los colmaderos, dueños de colmadones, puestos de ventas de todo tipo. Y asediarlos para que controlen sus ansias en favor de la gente que tiene que comer. Tiene que comer. Y esa es la frase clave. La gente tiene que comer por obligación de sobrevivencia de la humanidad.

Los especuladores conocidos, intermediarios y detallistas lo saben. Y ahí radica su pecado. Abusan de la necesidad de alimentación de sus congéneres, vecinos, amigos y relacionados de todo tipo.

Señores, el Estado debe de servir para algo más útil que no sea para repartirse los puestos públicos y los sueldos.

Vamos a enfrentar las alzas de los precios de las comidas. Y el consumidor ya tiene los mecanismos, todos los necesarios, en las manos del Estado. Hagan el trabajo, señores del Gobierno.

Bajemos los precios de los alimentos. Si no se puede por las buenas, pues entonces, por las malas. Y ojalá, no sea necesario este último método.

¿Sería Aristóteles, en la antigüedad, quien dejó establecido que “primum vivere, deinde phiilosophari”? Sí. Primero hay que comer, hay que vivir. Luego le ponemos atención a lo demás. Garanticemos los precios más cómodos para que la gente pueda comer, y vivir.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Lo último