Puede que manejar los fondos que el Estado dedica a la publicidad no sea un problema.
Ocurre, sin embargo, que, al manejar los fondos públicos, parece que siempre hay problemas. Y los fondos que el Estado dedica a la publicidad son fondos públicos.
Parece que ahí radica la esencia del problema: cuando se accede a administrar fondos estatales, muchas veces, los administradores de tales fondos pudieran pensar que esos dineros no tienen dueño. O que, al ponérselos en administración, el administrador piense que es el dueño.
Los fondos estatales, los dineros que administra el Estado, utilizando en esos deberes a funcionarios, son recursos que pertenecen a toda la Nación. La Nación entera, ya que son colectados en los bolsillos mismos de cada ciudadano. ¿Entendido?
Es una responsabilidad seria cargar con la administración de fondos públicos. Los once millones de dominicanos, 22 millones de ojos abiertos de par en par, estarán atentos a lo que se haga con los fondos públicos.
Quien lo vea así, entenderá que manejar los fondos que el Estado dedica a la publicidad es una responsabilidad que exige transparencia.
Detrás de los recursos estatales invertidos para publicitar la buena imagen del Poder Ejecutivo, y del gobierno como un todo, siempre hay montones de gandíos, agalluses, a quienes se les sale la babita, en busca de saborearlos.
Piden reparto de publicidad con justicia. Exigen que no se les deje chupando aire. Periodistas, medios de comunicación, empresas de la más diversas naturalezas. Periódicos, revistas, estaciones y programas de radio y televisión. Programeros de toda laya. Agencias, empresas y ventorrillos del negocio de la publicidad, también. Todos entienden que merecen una tajada de los fondos para promocionar la obra del gobierno IDAD y su buena imagen.
Los medios de comunicación social están planeando pedir que se les entreguen subsidios desde el oficialismo, ya que la pandemia del COVID -19 ha generado una crisis que los amenaza con la quiebra. Ese es otro ángulo del negocio, en la actualidad.
Lo peor que suele ocurrir con este tema es que algunos sabichosos a quienes se les entrega la responsabilidad de administrar la publicidad, suelen armar sus propias redes. Y como siempre ocurre con los fondos públicos, apartan una porción considerable para sus propios bolsillos.
¿Qué estará pasando que, en estos momentos, en un gobierno tempranero, se está haciendo presión al Poder Ejecutivo para que distribuya adecuadamente los dineros de la publicidad?
El presidente Rafael Abinader se ha visto precisado a reconocer que no es tan fácil el problema. Pero que se analiza para que sea un asunto transparente y justiciero.
Tal vez, sea preciso que el Gobierno se tome su tiempo, paralice toda publicidad, y se dedique a elaborar con premura una política, una estrategia global de la comunicación social. Incluida, desde luego, la parte que tiene que ver con la publicidad pagada, para administrarla con transparencia y utilidad, sin que tenga que pagar bocinas.
