Cuando uno alcanza a ver, aunque sea de lejitos, a alguna gente que está accediendo a los puestos públicos, por primera vez, podría llevarse la impresión, impresión que podría ser falsa, de que esa alguna gente cree que encontró una botija.
La impresión es falsa, porque asumir el cumplimiento de responsabilidades públicas, sea por votación electiva o por designación, que no es más que una delegación de poderes concedidos a alguien que también fue electo, no es como encontrarse una botija. O sea, encontrarse un tesoro que estaba enterrado y quien lo encuentra se lo queda y disfruta.
No, no. Llegar a cargos públicos no se trata de encontrarse una botija para disfrutarla.
Tenemos arranques de nepotismo. Muchos parientes jalados para los cargos, primarios o secundarios. Siempre ocurre así. Cargos repartidos de manera indiscriminada a gallos locos (gallos, si, aunque no tan locos) que estaban haciéndose notar entre quienes sabían harían los nombramientos.
Hay de todo, como en botica, que no en botijas.
Algunos privando en muy vivos se colaron en puestos electivos sin que se sepa en base a cuáles y cuantas maniobras para lograr sus postulaciones. Pero ganaron los puestos. Y no han asumido, cuando ya se están cambiando de grupos.
Y lo que es peor, están renunciando a los puestos ganados en elecciones para pedir nombramientos administrativos bien lejos del Congreso Nacional, o de los ayuntamientos. Más bien, lejos del Congreso Nacional, porque ahí hay gente rara que está impulsando reformas para eliminar privilegios. Y en los cargos administrativos dependientes del Poder Ejecutivo hay muchos privilegios autoasignados: sobre todo, si el presupuesto es abultado. Y las nóminas abultadas dan para repartos clientelistas que garanticen una nueva elección comprada, a plazo inmediato: por ejemplo, en el 2024.
Se aprecia mucha algarabía cuando logran las designaciones pensando, mientras se frotan las manos: ¡Vaya, son cuatro años! Firmar cheques con cargo a cuentas bancarias ajenas como son todas las cuentas bancarias dependientes de funcionarios públicos. No se sabe cómo es mejor, si son inexpertos, aunque no novatos. O, si son expertos y curados, en puestos públicos con tarjetas bancarias, carros oficiales, gasolina y de todo gratis.
Y hasta una chica, fuera de casa, para chapear.
Como decimos, hay de todo, como en botica. Pero, no se confundan en la algarabía. No se trata de una botija.
Estaremos atentos. Y suerte, a la partida de novatos en el ejercicio del Poder. Y también para los que no son tan novatos y que se creen muy listas y sapientísimos, y hasta estrategas. La advertencia es para todos. Desde el nombrado para limpiar el piso, y hacia arriba, hasta el mismo presidente de la República. Todos fueron nombrados o electos. No designados para encontrarse con una botija sin dueño.
¡Suerte!
