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miércoles, abril 24, 2024

¿Por qué? ¿Por qué?

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¿Por qué a Santo Domingo Este lo está ahogando la basura y las inmundicias colectivas?

¿Por qué nos estamos muriendo por montones a diario de manera incorregible?

¿Por qué los pueblos de la frontera dominicana con Haití viven la amenaza de que les cierren las pocas empresas que llevan 20 años paliando la miseria y el desempleo de esas zonas?

Los porqués son numerosos y se acumulan ante los ojos insensibles de una comunidad.

Comunidad deseducada por el individualismo y la estupidez de querer vivir a la libre, sin disciplina, y sin preocupaciones mayores.

Eso ocurre así, porque somos pobres. Sería el argumento baladí para encubrir la incapacidad para organizarse como Dios manda. Organizarse para la sobrevivencia posible.

Pero es indisciplina en escala vertical descendente y arrolladora que va aniquilándolo todo a su paso.

Hay mucha basura en las calles, porque hay mucha basura en las salas, en los aposentos, en las aceras, en todos los lugares por donde deambulan los humanos mezclados con los perros realengos que se nutren, también, regando aún más, las basuras de los humanos. Que las calles estén llenas de basuras es lo normal en el país de las anormalidades. Las enfermedades esparcidas por las ratas y las sabandijas que proliferan, y las muertes como consecuencia, están presentes de manera indiscriminada.

Ese es el mismo por qué ante la irracionalidad del egoísmo empresarial de muchos pudientes que quieren aniquilar las empresas fronterizas con las que sobrevive una humanidad sin sitio seguro para comer, vestir, calzar, educarse. Y, tal vez, rezar un poquito en busca del sosiego espiritual que es negado por el humano insensible.

Es el porqué de las muertes abrumadoras del COVID-19, la diabólica pandemia viral que no nos asombra. La gente no atina a cuidarse, a usar mascarillas, a despegarse uno del otro. No se quiere estar atento a la triste anormalidad del momento.

Falta, eso sí, la inteligencia de los liderazgos que no pueden ser importados, porque los liderazgos los producen los procesos mismos en el momento preciso que parece no nos ha llegado.

¿Qué hacer?

Quienes disponemos de la oportunidad de ver las posibles respuestas a nuestros abundantes y cada vez, más abundantes porqués, tenemos la responsabilidad mayor.

Percatémonos de esa cuestión. Y vamos a darnos prisa, rápido, porque estamos a punto de fallecer de forma colectiva. Y eso no puede ocurrir, porque República Dominicana no es una comunidad poblada por imbéciles irracionales. Somos gente.

Esta es la primera parte que alude a lo que hay. Falta abrir los ojos para encontrar lo que nos falta.

 

 

 

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