Nuestro mundo del entorno se encuentra alarmado y lo muestra de manera tierna y también estridente: un señor anónimo fue sorprendido desde la ventana de enfrente, cuando pateaba a su perrita Trufa, una pequeña Bulldog sin ficha de delincuente conocida, como perra, en fin. Hasta de Justicia anda el pobre señor de la patada. Y la Trufa ni se entera. Si acercan a la Trufa a su dueño, Trufa es seguro que irá a su encuentro con la lengüita afuera, para lamerle las manos.
Las calles nuestras están llenas de realengos, verdaderos perros hambrientos, que no dañinos ni agresivos. Lo más lejos que llegan es a virar unas latas o romper unas fundas de plástico en busca de comida. Ese es su delito, buscar su comida en cualquier lugar que desechen los humanos. Ese problema no lo tenía la Bulldog Trufa. Y ahora, menos, con tanta protección que ha recibido.
Un alto funcionario se encuentra estresado porque ha saltado a las cuatro esquinas por la denuncia de una de sus empleadas que dice el funcionario la abusó lamiéndola por todo el cuerpo. Pero tras muchos días después de estarla cortejando…, y ella evadiéndolo. Ese hombre es un perro, se oyó decir en el edificio público que aloja las oficinas de ambos.
Al Presidente se le ocurrió ordenar que un ciudadano, sí, ciudadano, coordine una comisión que deberá organizar las honras a un patriota antinorteamericano de aquí y del más allá. Ese ciudadano coordinador de comisiones por orden presidencial no merece ese mérito, por tal o cual motivo. Y ahora, alguien publicó en Facebook que lo deben sacar de esa comisión, porque ese señor es un perro.
Los policías que matan ciudadanos indefensos son unos perros, se dice. Y los corruptos que roban fondos públicos o de cualquier tipo, también son unos perros. Y los políticos tránsfugas que traicionan a sus grupos paternos que los engordaron, también son unos perros.
Hay la categorización de los perros con ropas.
Ninguno de los señalados es tan perro como la perrita Trufa, la Bulldog. Pero es perra, en fin. Y la defienden ampliamente porque su amo la pateó par de veces.
Cualquiera entiende a los humanos que se dejan lamer el rostro por cualquier perro, sea de raza o sea cruzado con realengo viralatas. Y es que el perro es el mejor amigo del hombre. El perro otea el olor de su amo a la distancia, y a la distancia mueve su ramo en señal de alegría.
Entonces, los delincuentes y humanos de mala calaña, jamás deben ser llamados perros. Porque los perros son los mejores amigos de la humanidad. Cuidemos los perros, como la Ley manda.
