Julio Aníbal Suárez Dubernay es el nombre de un abogado de largo ejercicio profesional en busca de ganar buenas causas para los demás. Las mejores causas. Las que se dan negociando todo entre las partes, menos los principios.
Sí, porque el ejercicio del Derecho Laboral no es otro que buscar y ganar pleitos (y si no se dan pleitos, mucho mejor), para que haya una sana justicia, para la armonía entre las masas trabajadoras (que somos todos) y los grupos de empresarios cuya meta es conseguir plusvalía, mientras más grandes, mejor, del esfuerzo humano.
Julio Aníbal, el Magistrado, dejó la mejor huella de decencia y valía de valores, durante fue miembro distinguido como el que más, en la Suprema Corte de Justicia.
No podía ser de otra forma, ya que el Magistrado Julio Aníbal, hombre longevo y duradero, por suerte para todos, ha sido eso durante toda su vida: un hombre sabio, rústico y ordinario, sólo en apariencia, como cuando se tiene algo grande encubierto con envolturas encubridoras.
En nuestra sociedad hay que recurrir a mucha argucia para que lo bueno dure y sea perenne. Porque lo bueno siempre escasea.
Julio Aníbal Suárez Dubernay, el Magistrado de la justicia laboral que ha sabido buscar cómo ganar los mejores pelitos en su campo de acción, es el hombre de las decisiones difíciles, pero sabias, en el seno de la Suprema Corte de Justicia. Aun a riesgo de entes mañosos en el protagonismo de la acción, lo dejen solo.
Podría ser la figura que todos tienen en la mente para presidir la nueva Junta Central Electoral (JCE). El hombre excelso como excelsa deberá de ser la JCE entera.
Por qué no escoger al doctor Julio Aníbal Suárez Dubernay para que integre y presida nuestra JCE, para que, de esa manera, esa institución tan necesaria al sistema, deje de ser uno de nuestros pecados mayores a la hora de hablar de fraudes y mañoserías.
A Julio Aníbal, el Magistrado excelso, modelo de ciudadano noble y ejemplar, nosotros lo postulamos para el cargo. Y no lo hacemos a la cieguita. Lo hacemos con conocimiento de causa. El abogado que echa y gana las mejores causas: las que se ganan negociando para que no se den los pleitos.
Lo postulamos. Para demostrar que la excelsitud existe.
