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jueves, marzo 28, 2024

  Educación y liberación

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Al leer la entrevista a Fernando de la Rosa vinieron juntas a mi memoria, muchos recuerdos: Fuimos prisioneros juntos en La Victoria, cárcel que en los años de los 70s era bajo el gobierno de Joaquín Balaguer, una que encerraba a presos comunes y políticos.

Recuerdo un delincuente común, que asesinó un billetero por dinero  declaró que  lo hizo a fin de recaudar fondos para la lucha revolucionaria… lo colocaron junto a nosotros, pero él  sabía que le   esperaba una condena de no menos de 30 años.

No olvido ese jueves, día de visita, que  nos parábamos detrás de los barrotes, cuando terminaban las visitas, para ver a nuestros visitantes, por última vez ese día, en la distancia camino a sus hogares.

A este hombre, que ninguno de nosotros conocía como un militante revolucionario, lo escuche vocear a su mujer mami, mami y la mujer desde lejos hacía esfuerzos por determinar desde donde salía la voz, mientras él, con rostro temeroso, agitando sus manos insistía, mami, mami: seme fiel…

Yo salí de esa cárcel hacia Europa más o menos 8 meses después en 1971, deportado, pero otros duraron años, como Fafa Taveras…En 1978 llegó Antonio Guzmán al poder y se acabaron las prisiones políticas.

Fernando de la Rosa y en sus 80s años como yo, reclama la necesidad de que los sindicatos, verdaderamente sean organizaciones de lucha por la elevación de la calidad de vida de sus miembros y desde luego en defensa, frente a los dueños de empresas o al mismo Estado, por los intereses generales de los sindicados.

Ciertamente, hay intereses contrapuestos, como en todo lo que existe en el universo, pero aún así hay espacio para que la lucha sindical se plantee de tal modo que permita la existencia de patronos y trabajadores.

Recuerdo haber conversado con Fernando de ideas diferentes, solo espero que me perdone algún desaguisado de mi parte.

Quiero en este párrafo contribuir con él en mi creencia de romper el circuito auto sostenible de la pobreza si la escuela, que ahora plantea 8 horas de presencia hasta llegar a los 18 años, sea el lugar de entrenamiento de todas las áreas del saber, en agricultura, industria, artesanía, tecnología, informática que lance jóvenes con capacidad de desempeñar labores que les permitan dejar de ser dependientes y la clase laboral pueda ejercer sus derechos con más dignidad. El 4 % del PBI para educación es muy poco para ese propósito. Para mi hay que duplicarlo.

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