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martes, abril 23, 2024

El modelo policial dominicano

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Los patrones mentales sobre los que se idealizó en 1937 la Policía Nacional dominicana subsisten en cada cuartel por encima del academicismo de oficiales muy bien formados que sufren el hecho de ser minorías frente a las estructuras tradicionales que dominan las estructuras de cada destacamento.

La  Policía Nacional dominicana se  apuntala en los estándares fundacionales del trujillato. Un cuerpo civil uniformado con vocación represiva, de espaldas a la institucionalidad, disponible para cualquier confabulación. Así está constituida desde la meta de salida, sobre un conjunto de redes conceptuales corruptas que afloran a cada paso.

Cuando  uno menos lo espera, sale a flote un escándalo protagonizado por miembros de esa policía creada sobre los cimientos de una dictadura de triste recordación, una policía que nunca ha entendido que su misión consiste en salvaguardar la paz pública, la seguridad de la v ida y delos bienes de la ciudadanía.

El irrespeto a los diferentes decretos presidenciales tiene dos grandes culpables: las grandes masas populares y el conturbenio policial, que se manifiesta en indiferencia frente a la violación y en la rapidez con la que algunos comandantes de departamentos convierten en negocio las medidas preventivas contenidas en las disposiciones presidenciales; verbigratia, la venta de cartas de ruta (permisos) para que las bandas de ‘deliverys’ transportan cualquier tipo de mercancía, desde bebidas alcohólicas hasta cualquier ‘pan de agua con salami’.

Y todo hijo de vecina que quiera transitar libre e impunemente en las horas de tránsito prohibido paga su peaje gris y todas las noches defecan su brutalidad sobre la paciencia de los ciudadanos obedientes,  andan por todas las calles en sus motocicletas sin muflers y en carros con bocinones estridentes perturbando el sueño de los que se ‘quedan en casa’ y le estruján en la cara a los pendejos su impotencia.

Ese es el ‘maridaje’ entre ciudadanía desobediente y policías corrompidos que impide que las medidas preventivas diseñadas  por el superior gobierno en su afán de construir una solución definitiva a esta crisis de salud, disponiendo de enormes cantidades de recursos para enfrentar la pandemia, una parte de los cuales se van por las cunetas de la desobediencia y la mañosería de una parte de la Policía que de esta crisis ha hecho un mercado de pulgas.

El pase de remate, como he denominado este último decreto, es hijo legítimo de la desobediencia de grupos irredentos de la sociedad dominicana y de esa parte de la Policía Nacional que no se ha enterado que el 30 de mayo de 1961, ‘El Chivo’ terminó con sus huesos en el baúl de un carro.

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