28.8 C
Santo Domingo
miércoles, abril 24, 2024

En Ruta a Cap Haitién XV

Las más leídas

Pero la alegría que produce el recital sobre Mariana es interrumpida. El autobús es detenido y abordado por un grupo de forajidos que, al grito del líder, en creole, ordena a sus secuaces desvalijar a todos los pasajeros. Estos encapuchados y armados de pistolas se dispersan por el pasillo central del autobús hasta el final y encañonando las sienes de los pasajeros con sus pistolas, toman las carteras de las mujeres, los collares del cuello y los brazos, los relojes y todo lo que tenga algún valor, y desde luego el dinero en efectivo.

De los hombres, tomaron sus carteras, relojes, collares, igualmente. Hubo uno que no se mostró cooperativo y el asaltante le pidió que se parara. Luego le ordenó que abriera la boca y le metió el cañón de la pistola hasta su garganta y le sacó de su bolsillo trasero la cartera y advirtió a los demás: Yo tengo muy mal genio. No se les ocurra molestarme. Obviamente, logró que nadie más intentara desafiar a los asaltantes.

No se preocuparon en tomar del depósito del autobús las maletas, porque eso alargaría el tiempo del asalto y complicaría la huida. Tan rápido como entraron, se marcharon en las dos vagonetas que colocaron frente al autobús y huyeron en sentido contrario a la marcha hacia Cap Haitién.

Un par de los asaltantes gritaron Revolution Revolution al salir. Roberto se colocó en posición protectora de Solé, pero ambos se vieron obligados a hacer lo que los demás pasajeros. Desde luego se formó un torbellino de gritos, especialmente de las mujeres y el conductor llamó a la calma en un tono extrañamente suave y moderado como si lo ocurrido fuera un pinche de neumático.

Solé tiene un rostro de angustia total y por primera vez ella busca con sus manos las de Roberto. Este se las agarra firmemente y le dice tenemos que actuar. y Solé pregunta y qué podemos hacer? Roberto dice a mí no me parece que la voz del chofer reflejaba la angustia del asalto. Así que desde que regrese a Santo Domingo hablaré con el dueño de la compañía de autobuses, porque él necesita estar vigilante de la seguridad de los que usamos su empresa. y Roberto continúa

El grito de Revolution es un disfraz de las verdaderas intenciones de los asaltantes que son realmente miembros de una de las mafias delincuenciales. Todo problema está compuesto en partes y creo que en vez de abrumarnos lo que tenemos que hacer es que cada uno haga lo que pueda.

Continuará

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Lo último