El mundo dio un giro extraordinario a partir del descubrimiento del petróleo en 1859. Gradualmente la energía que se obtenía de minas de carbón que se formaron en el llamado período Carbonífero de 345 a 280 millones AC proveniente de helechos que crecían en áreas pantanosas, se fue amoldando a que la energía de uso masivo surgiera de esa nueva fuente o sea una fuente de poder calórico mucho mayor.
Obviamente, el ser humano al descubrir el fuego dio un salto gigante y aprendió a sacar energía de la leña y del carbón vegetal y usando la misma a comer cocinado en vez de crudo y las proteínas de origen animal agrandaron el cerebro y su capacidad de hacerse dueño del planeta fue debido a ese cambio en energía y nutrición.
Tanto es cierto esto, que toda la especie humana existente en el planeta salió de la emigración de África cuando de tanto deforestar se creó el desierto de Sahara y expulsó a los habitantes de ese continente.
Eso da una galleta sin manos al racismo que surgió de la creencia de los Trump que piensan que tienen piel blanca por méritos individuales cuando en realidad tienen nariz perfilada porque en el norte se necesita calentar el aire que llega a los pulmones haciendo evolutivamente una nariz más estrecha y por la misma razón los negros de ese continente, pero a la inversa la necesita ancha.
Por eso también perdieron la melanina que protege de la radiación solar en exceso en los climas ecuatoriales y por la razón inversa de adaptación a los climas fríos se destiñó la piel.
No solo creó la explicación de rasgos físicos que hacen injusto el racismo, sino también la injusticia geográfica que divide al norte del sur. Todos los del norte son emigrantes que después que se aposicionaron allí empezaron a discriminar contra sus propias raíces.
Continuará
