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viernes, abril 19, 2024

Preludio mayor en  duelo sostenido por doña Manuela Aristy

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CRONICAS CIUDADANAS

Dormirás muchas horas todavía

sobre la orilla vieja,

y encontrarás una mañana pura

amarrada tu barca a otra ribera.

Antonio Machado / Poema Campo /

​La mañana despuntará en la angosta calle que se nos esfuma.

Un penacho de nube triste la cubrirá de extremo a extremo, ya no será igual nuestra calle, balcones vacíos y el silencio de la voz amiga de las tardes, ofreciendo auxilio al transeúnte accidental.

O haciendo de psicóloga, ante la consulta de un frutero afligido, en medio de su diaria faena.

Porque hay seres humanos y otros mucho más humanos, eso suele suceder.

Por lo tanto, entre compases lentos y recogidas tristezas, este será un preludio con notas interminables, sin tomar en cuenta edad (94 de la señora), para dar por entendido, que el dolor sostenido en este preludio,  no puede ser menor, jamás: las pérdidas irreparables no tienen tiempo ni límites, cuando se trata de un ser humano trascendente, que se entregó a una causa, sin esperar lugar alguno en la historia.

Como todo preludio, este antecede la obra que a esta mujer le hemos conocido: el valor ante los tiempos difíciles, cuando la vida nada valía, cuando la muerte bronca y necia era el símbolo nacional de la ignominia y el bochorno.

Estar alerta, vivir el riesgo y señalar desmanes manchados de sangre perpetua: su pública misión.

Su ejemplo, será una lástima que se pierda entre la indiferencia de los que hacen la historia, sería indebido, mezquino de toda mezquindad.

Aparecerán otras, claro está, la evolución no se detiene, pero esta, no tiene parecidos y copias, sin dudas algunas.

Quizás la distancia de los tiempos vividos, la aparente lejanía entre los tiempos históricos, impidan que las nuevas generaciones, puedan entender o asuman con incredulidad, lo que vivió Manuela Aristy y su actitud pública de valor y arrojo.

Los seres humanos que no buscan la heroicidad como destino, sino todo lo contrario, igual que en las tragedias de Esquilo, no hacen actos para la posteridad: actúan con la fuerza del sentimiento puro y la razón: de la valoración de esa posteridad, se deben encargar otros, con humildad suprema, ahora dejo este granito de arena arropado de respeto y cariño, por mi fabulosa vecina, cuya sonrisa y mirada alguna vez, fue faro centinela de la calle Salome Ureña, de la Ciudad Colonial.

 

En enero a lo largo de muchos años, al frente de su casa ancianos de izquierda se reunían a recordar sus hazañas, celebración de tiempos heroicos y de martirios, entre los murmullos en más de una ocasión se pudo haber escuchado a algún exaltado decir, dónde había guardado unas pistolas, con la policía detrás de sus talones.

Era la casa de la reina de los Palmeros, la obligada misa en la Iglesia de las Mercedes el 12 de enero y Manuela Aristy en medio de todos los preparativos, haciendo ver que las derrotas solo son posibles, si tienes un corazón con la memoria débil.

Aquello había sido una larga tradición, esos vínculos nunca los perdió, porque entendía que nos bastaba lamentar y lamentar las muertes acontecidas, había que activar una presencia, más allá que un simpe recuerdo.

Recordada con los trajines de su voz fuerte, infatigable contra el crimen y la injusticia: su presencia era altiva, provocadora contra el poder, todos y todas detrás de Manuela Aristy, Doña Manuela o Manolita, para sus amigas cercanas.

Al terminar este texto, no me es posible hacerlo, sin recordar algo que escribí el 12 de enero del 2016, a los 44 años de la acción de los Palmeros:

Lo que queda, si algo queda en la gris ventana de estos años, es la herrumbre, la mirada hacia el mar, la extraña quietud de los mitos y el triste consenso del valor y el arrojo, eco de conciencia que solo una patria distinta podría recibir con la pureza original.

Como a veces un preludio, en clave musical tiene un ritornelo, repito de nuevo la frase de arriba con variantes:

Lo que queda, si algo queda, es la palabra empeñada, la larga mirada por la gris ventana de nuestros días, la posible verdad como frágil homenaje a los muchachos y su Manuela Aristy, su reina eternal… (CFE)

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