Arribamos al 2022 con un nuevo giro en nuestras políticas públicas. Sin embargo, tenemos razones valederas para seguir sosteniendo que, los que aparentan ser significativos cambios dialécticos, son caminos entreverados que siempre devienen en fiascos.
Resulta plausible que el gobierno encabezado por Luis Abinader se caracterice por judicializar a funcionarios corruptos de los pasados mandatos de Danilo Medina. Pero lo interesante sería que, con estos sometimientos, si es que son exitosos, se conjuren las desigualdades.
Lo idóneo sería que este proceso judicial no sea una simple iniciativa que pretenda aniquilar a los políticos tradicionales y, en su lugar, aunque no en estos momentos, enhestar en nuestros gobiernos a una camada de líderes de una franja empresarial.
Si es así, tendremos otras muy serias razones para pensar que sólo se trata de un segmento de nuestro tejido social que desplaza a otro. Esto, aunque tengamos directrices trazadas allende los mares que, en consecuencia, comprometan más nuestra presunta soberanía.
Y, como siempre sucede, sectores mediáticos, entre ellos periodistas y comunicadores que a modo de rémoras se beneficiaron de gobiernos pasados, una vez más, en alardeada “camaradería” con la nueva gestión de Luis Abinader, tomarán su porción del pastel. Como ya se ha comprobado, también se favorecerá a sectores acomodados. Es otra forma de corroer a la sociedad y fomentar las inequidades.
Como hemos dicho en otras ocasiones, somos un pueblo amodorrado que se conforma con medias tintas, proclives al derechismo y fanatismo. Siempre nos dejamos embaucar. Desde hace tiempo nos tienen enredado con “los menos malos”.
Que nadie se llame engaño, no está cierta la hora de premiar la honestidad y la coherencia; y mucho menos generar bienestar entre los más necesitados. Muy a pesar de someter a la justicia a individuos dados al latrocinio, en perjuicio del Estado y el pueblo dominicano.
Esto último, ¿a cambio de qué? ¿Qué de funesto nos espera, en el futuro, del gobierno que encabeza Abinader? ¿A los perremeístas de las bases que lucharon por el poder, les llegará su turno? ¿Los nuevos funcionarios, continuarán la práctica de no contestar las llamadas telefónicas mientras alegan no conocer, ahora, a los que fueron sus otrora colaboradores?
El autor es periodista, miembro del CDP en Nueva York, donde reside
