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sábado, abril 20, 2024

Sorpresas te da la vida II

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Cuando llegamos a Madrid, a las 8:00 de la mañana habiendo salido de República Dominicana a las 5.30 p.m. del día anterior me hice la pregunta con cuál documentación me presentaría ante las autoridades españolas. La azafata me pidió que hablara con el piloto. Efectivamente, él tenía los tres pasaportes y me deseó buena suerte.

Tomamos un taxi que nos llevó a un hostal, (menos caro que un hotel,) y además en esos tiempos la peseta española se cotizaba a 60 por dólar.

Como verán eso ayudó mucho porque uno de los empleados del hostal me dijo conocer de un pequeño apartamento amueblado.

El pequeño apartamento resultó confortable y el precio de 600 pesetas al mes era equivalente a 10 dólares. O sea, nos mudamos para allá. Estando allí como dos semanas después se apareció la policía. El oficial a cargo me preguntó por qué yo no me había marchado hacia París, que él sabía que era el destino final de nuestra deportación. Yo le respondí haciendo práctica de un consejo que me había dado Dato Pagán Perdomo un antiguo exilado: en España no digas que tú eres latinoamericano.

-Porque yo soy hispanoamericano, le dije…

Se le salió una casi imperceptible sonrisa. Después me respondió: si yo no vuelvo por aquí en dos semanas, vaya a Extranjería y solicite su residencia.

Eso fue lo que ocurrió y cuando llegó mi esposa Cristina Roques y mis dos hijos, una semana después, ahí residimos un tiempo en la zona de Goya de Madrid, en ese apartamento, que en realidad era del que me lo recomendó en el hostal.

Vuelve aparecer la suerte, al conocer una persona que era combatiente del gobierno dictatorial de Francisco Franco, pero con contactos en la Universidad Complutense de Madrid. Ella me consiguió una plaza y entré como estudiante de Antropología, al tiempo que empecé a buscar en otras universidades de Europa, ya que eran los años en que había agitación en el ambiente universitario de España y en la Complutense se desarrollaban protestas permanentemente.

Yo quería aprovechar el tiempo y en ocasiones, era el único alumno del profesor de Antropología Física que me llamaba para decirme donde fuera, y hubo ocasiones en que me impartió clases en mi propia vivienda. Yo que había sido profesor de la UASD estaba viviendo esa misma historia turbulenta.

Yo quería aprovechar la academia de Europa y también me puse a estudiar inglés en el instituto británico donde conocí una profesora que se enamoró de mí. Mi esposa y yo no estábamos en armonía y ella había regresado con los hijos al país. Yo interpreto que algo tuvo que ver el hecho de que ella no tuvo padre desde niña porque éste pasó toda la niñez adolescencia y juventud de ella, sin él, hasta 1962 desde 1947.

Porque su padre tuvo una huida espectacular del país porque la dictadura de Trujillo lo andaba buscando para matarlo. Yo parecía repetir esa historia de algún modo de la cual estaba lógicamente cansada.

Buscando ocupación encontré una plaza en la Universidad de Durham como profesor invitado en el departamento de Antropología cuyo director era Norman Long. David Preston del departamento de Geografía de la universidad de Leeds, le pidió al doctor Norman Long una recomendación de alguna persona para una investigación en Ecuador y él me recomendó a mí. Gané la plaza y eso me llevó a vivir en toda la sierra ecuatoriana.

Pero eso es otra historia.

Ratifico, no hay que temerle a como viene la vida porque ella está llena de sorpresas. Fue mala la sorpresa de mi prisión el 8 de febrero de 1971, pero de no haber sido deportado en 1972, a causa de mis pensamientos yo no hubiera tenido mis  experiencias en España, Inglaterra, Ecuador que hoy forman parte de mis atributos.

 

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