Estados Unidos de América se convirtió en la nación más poderosa del planeta en el último siglo.
Alcanzó ese lugar gracias a que atrajo a su territorio gente de todas partes del mundo, especialmente de Europa. No solo llegaron voluntariamente. Un 14% de origen negro está compuesto en parte por descendientes de esclavos que fueron llevados allí para ser usados como esclavos.
Eso es lo que compone el denominado Melting Pot, es decir esa sociedad donde se derriten en un pote cultura, razas, familias que con su esfuerzo crearon no solo una potencia sino un imperio.
Nada es tan bueno que no tenga malo.
Acaba de salir de la presidencia de Estados Unidos quien quiso descomponer ese pote para disgregarlo entre blancos y ricos frente a todos los demás.
Con su salida Trump fue un tropiezo que se llevó el coronavirus principalmente, pero es que está aflorando algo más significativo.
Mi parecer es que más de 70 millones de votantes están compuestos por un buen grupo que no creen en que el Melting Pot fue que le dio la fuerza a USA.
Son ignorantes del porqué de sus propios logros.
La derrota de Trump no es para mí la sepultura definitiva, aunque hay un signo alentador.
Alexandria Ocasio-Cortés de origen puertorriqueño, Ilham Omar de origen de Somalia en el este de Africa, Rashida Tlaib de origen palestino, y Ayanna Pressley son representantes de diferentes distritos electorales en la Cámara de Representantes que Trump como escuadrón las mando a sus países siendo tan estadounidenses como él. El común denominador de ellas es el color de su piel.
Desde luego con esa actitud Trump está enviando a Adriano Espaillat de República Dominicana y más significativamente aún a Kamala Harris de origen jamaiquino indú.
La líder de ese grupo de mujeres es Alexandria Ocasio-Cortez que proclama abiertamente creer en un socialismo a la norteamericana.
continuará…
