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viernes, abril 26, 2024

Guaidó y un palo de gallera

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Todo hijo de gallero sabe perfectamente el significado de la expresión “palo de gallera”. Puro dominicanismo del bueno.

Entonces, parece que el gobierno dominicano está bien orejeado.

Para los nuevos aires que se respiran en Washington, ya Juan Guaidó no será más Juan Guaidó. Lo han dejado como a “perico en la estaca”. A ese paria venezolano que quiere ser presidente de ese país a toda costa, o a jacha y machete, como decimos quienes entendemos a la perfección el significado de “palo de gallera”.

El gobierno dominicano, por voz de su Canciller, ha informado que no reconoce a Juan Guaidó como presidente de Venezuela. Y que, además, como lo que interesa es encontrar una solución a la grave crisis de todo tipo que padece esa nación, el presidente Nicolás Maduro es el mejor interlocutor. Porque en Venezuela lo que se necesita es diálogo. Y para que haya diálogo, tiene que haber interlocutores.

Guaidó para la República Dominicana se acaba de guayar.

Recojan, que se acabó ese juego.

En su excelsa inmortalidad, Juan Pablo Duarte acaba de respirar hondo. La declaración dominicana eliminando de en medio a Guaidó, le debe haber causado muchísima satisfacción, allá, en la eternidad.

Porque por Duarte, sí que los dominicanos tenemos grandísima deuda con la República Bolivariana, y con su pueblo. Por eso, siempre los hemos acogido con los brazos abiertos entre nosotros, paliando su pesarosa realidad, hasta donde podemos. Los hemos acogido en paridad de iguales en nuestras calles, poblados y ciudades, para que se la busquen con mejor suerte.

Hemos de esperar que, para completar la parte ya iniciada, el gobierno dominicano ofrezca la mejor y más confortable plaza a las partes venezolanas para que dialoguen y se entiendan. Maduro y la oposición. Y que el mediador será nuestro Luis Abinader, respaldado por la mejor de las estrategias que pueda tener la gran nación del Norte. Porque de estrategias se trata.

Apártate Guaidó. Tu presencia parece que no huele bien en los aires de Washington. Y, tampoco, entre nosotros. Te han dado un verdadero palo de gallera. Y se oye el griterío en la gallera.

Es el palo de la gata, como el palo de gallero.

Cuando el gallero suelta su gallo, ¡seguro que se lo matan!

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