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viernes, abril 26, 2024

Morir de viejo; despacio, pa’ que duren

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Una de las mejores cosas que le pueden ocurrir a un ser humano es llegar a viejo, y como todos moriremos, morir de viejo.

Para que así suceda, quien quiera morir de viejo, debe vivir la vida despacio. Sin premura innecesaria, sin precipitaciones, ni ligerezas, ni absurdos riesgosos.

Eso nos lo confesó un viejo feliz, que se considera dichoso, por ser viejo y por estar vivo, sano y lúcido. ¡Qué dicha y felicidad?

En la República Dominicana estamos estrenando gobierno. Un gobierno nace ganado al grito de ¡cambio! Con el voto quedó demostrado que quienes querían cambiar eran más que los obtusos que no querían que las cosas cambiaran. ¡Quién sabe por cuáles razones!

Si los más quisieron cambiar, algo andaba mal a la vista de los más.

Queda, entonces, aprender la sentencia de los sabios: una de las mejores cosas es tratar de llegar a viejo, morir de viejo, saludable. Y que llegar sin sobresaltos, ayuda.

Algunas medidas iniciales del naciente gobierno que deberá durar cuatro años justos, han lucido algo precipitadas. Por no decir, mal pensadas, y que parecen un tanto alejadas de los deseos y expectativas de los votantes por el cambio.

Como el gobierno está naciendo y le queda largo período de vida, resultaría saludable, para que dure el tiempo debido, que camine adoptando decisiones sin precipitación, despacio. Pensándolo todo con detenimiento. Lo que suele lograrse sentándose con viejos expertos alrededor, y con la palma de la mano derecha sobre la frente. Es sólo un ritual.

No vamos, por ahora, a citar ninguna de las medidas que los votantes en mayoría, podrían estar no deseando. Iremos, como decimos, despacio.

 

Caminemos todos despacio. Para durar lo necesario y justo. El gobierno nuevo, naciente, también. Hagamos todo lo que hay que hacer, pero despacio, despacio. Por favor.

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