La ganadora del Nobel de la Paz, periodista filipina María Ressa es una gran predicadora en favor del raciocinio. “Las redes sociales crean un virus de mentiras. Son sitios que están sesgados en contra de los hechos y necesitan una revisión”, ha afirmado. Eso.
No es que Ressa haya descubierto algo extraordinario de descubrir. Sobre todo, para ella, con el tino que ha demostrado para ser extraordinaria comunicadora social.
El impacto de la influencia de las redes sociales en la República Dominicana se está produciendo con excesiva irresponsabilidad, desnaturalizando el ejercicio de la libertad de expresión que a todos nos debe favorecer. Que debe servir para el fortalecimiento de la democracia.
Realmente, la manipulación de los hechos que se está produciendo a través de las plataformas de redes sociales se ha convertido en algo insidioso. En instrumento de manipulación descontrolado. Son un ejercicio por transformar la realidad en algo alternativo y desnaturalizado que impide el paso al uso de la razón, dejando un espacio adecuado para ello.
En esas plataformas se está siguiendo una carrera por conseguir, no la verdad, sino una preferencia mal entendida, contradiciendo la libertad de expresión.
En el país, las redes sociales nos están impidiendo ver la legitimidad de los liderazgos y su obligada representatividad sobre la base de la decencia y la corrección. Impera el mundo del populismo.
Ya es tiempo de empezar a pensar en controles adecuados para los manipuladores de las redes sociales. Y de la protección de la auténtica libertad de expresión, como base de una fuerte democracia. Y no sólo pensar en Google, o Facebook, o Tweeter, sino más bien, en nuestros más cercanos usurpadores del derecho de todos a usar la tecnología de la comunicación.
No es una casualidad que un grupo de fiscales generales en Estados Unidos, esté investigando Instagram y sus efectos en niños y adultos jóvenes, diciendo que su empresa matriz Facebook, recientemente rebautizada como Meta Platforms, ignoró la investigación sobre los daños físicos y mentales que causa a los jóvenes.
El Nobel de la Paz, periodista filipina María Ressa, tiene toda la razón.
